EL CRISTO DE BENLLIURE DE CREVILLENTE
Sonaban los acordes del canto diaconal de la Pasión según san Marcos cuando entramos en el museo de los Tronos de Semana Santa en Crevillente Alicante. Rieras de fervor rodaban desde las montañas hasta el mar entre lágrimas de generaciones enteras. La procesión en este hermoso pueblo levantino es como una larga misa de difuntos.
España nunca dejará de ser católica aunque nos aspen. En cada pueblo un castillo y en cada torre una iglesia que saluda al viajero desde el horizonte. Este Cristo de Benlliure, el escultor valenciano, que parece ya que hiede debido a su color amarillo es la mejor representación de la muerte humana.
El artista por lo visto se inspiró en un tísico que acababa de fallecer en el hospital de San Carlos de Madrid. Es la expresión cincelaria de la eternidad que comunica un mensaje al viajero: "como me ves te verás".
Es uno de los tronos más representativos que desfila el Viernes Santo por las empinadas calles de Crevillente. Algo digno de verse y admirar.
Esta representación levantina de los sufrimientos del Salvador nada tiene que ver con la jaleada Semana Santa de Sevilla.
Aquí el fervor es más profundo. Crevillente en su silencio y en su fervor se parece a Zamora. Volveré henchido el corazón de brisas mediterráneas que soplan desde el Este.
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