playa de la Concha de Artedo desde donde zarpó el navegante asturiano para descubrir Norteamérica
MENÉNDEZ DE AVILÉS ERA CUDILLERENSE
Una de
las mayores sorpresas de mi estancia en EE.UU fue comprobar la admiración que
el pueblo norteamericano (otra cosa es el gobierno) sentía hacia la gesta de
los conquistadores hispanos desde Oregón hasta la Patagonia.
Tanta fue esa admiración hacia el imperio de Carlos V que los
norteamericanos imitaron el emblema de los Reyes Católicos como
divisa del escudo nacional. Pintaron en vez del águila de San Juan el águila
calva de las Rocosas y el epígrafe de una grande y libre la
transformaron en el lema “ex pluribus unum”─ somos uno de muchas partes─ Y
el yugo de la labor y las flechas del poderío hispánico lo
convirtieron en una aljaba con tres dardos apuntando al vacío. Siempre
agradeceré al pueblo norteamericano las atenciones y cuidados que tuvieron para
conmigo y mi familia. Soy admirador de su gran idioma, como Licenciado en
Filología Inglesa, de su literatura, del pragmatismo de sus costumbres, del
amor a su bandera que cuelga a la puerta de todas las casas y sobre todo
de su gran periodismo y, aunque algunos me hayan tachado de anti-yanqui, ellos
saben muy bien que eso no es cierto, porque mi lema el que se ha apropiado Trump:
American first, que yo digo Spain first, radica en la libertad de
opinión, regla sagrada del First Amendement de la American Constitution. Allí
la mente es libre, y diferentes los pareceres, pero si violas la ley vas para
chirona.
Y digo esto sin perjuicio de parte, a rebufo de la llegada de los nuevos hispanicidas de dentro y de fuera, que los servicios secretos dela CIA describen despectivamente como “adoquines”
y “bricklayer”.
Algunos de esos gastan coleta y van de rufianes por la vida, ignominioso apellido y denigrante profesión. Pero los consideran los tontos útiles de cualquier movida y acción exterior. Un americano de buena ley siempre se cuadrará ante un patriota español que defiende a su país con razón y sin ella tratando de desenmascarar las perversidades dela Leyenda Negra. Eso
lo entienden muy bien los norteamericanos. La proeza de Menéndez de Avilés
que a mí me parece que era pixueto porque su casa solariega todavía guarda el
escudo de los Menéndez Merás─ Palacio Valdés tiene un cuento precioso sobre la
acción del último heredero de la dinastía que un día sube a una barca con la
piedra esculpida de su blasón familiar y lo tira a la mar─ justo en la misma
ribera y el embarcadero, en la ensenada del puerto queda ahí para los siglos
futuros aunque, por desgracia, se haya negado a las nuevas generaciones el
conocimiento de aquella aventura que llevó nuestra cultura española al nuevo
mundo bajo el pendón de Castilla con soldados y marinos vascos, leoneses
y andaluces, murcianos y catalanes.
Y digo esto sin perjuicio de parte, a rebufo de la llegada de los nuevos hispanicidas de dentro y de fuera, que los servicios secretos de
Algunos de esos gastan coleta y van de rufianes por la vida, ignominioso apellido y denigrante profesión. Pero los consideran los tontos útiles de cualquier movida y acción exterior. Un americano de buena ley siempre se cuadrará ante un patriota español que defiende a su país con razón y sin ella tratando de desenmascarar las perversidades de
Ellos,
los gringos, tuvieron otra conquista la del Oeste pero fue de otra
manera y con más medios técnicos, una vez inventado el revólver y los cañones
del quince y medio. Y su expansión hacia el Oeste se llevó a efecto sin
mistificaciones de raza o religión. Desconocían las leyes de indias. El mejor
indio es el indio muerto, a decir de las huestes Colt en ristre de Búfalo Bill.
El temperamento inglés o francés es muy diferente al español. Claro que los Sioux eran tribus dispersas y no representaban imperios como el de los incas, aztecas y araucanos.
El temperamento inglés o francés es muy diferente al español. Claro que los Sioux eran tribus dispersas y no representaban imperios como el de los incas, aztecas y araucanos.
Fueron
miles de kilómetros recorridos en climas muy extremos y la hazaña sólo se
explica mediante dos conjeturas: la aparición del caballo y la artillería
ligera (arcabuz, culebrina, lombarda frente a los arqueros indios.) Así como un
milagro del Altísimo porque a aquellos aventureros les movía la fe en el
Salvador.
Pero
hubo otra razón la más poderosa: el mestizaje y la buena disposición para
confraternizar con aquellos hombres y mujeres que andaban desnudos por el
bosque los cuerpos y las caras pintadas, practicaban a la antropofagia, el
sacrificio de seres humanos, no trabajaban y se exterminaban unos a otros en
contiendas tribales pero eran hijos de
Dios y redimidos por la sangre de Cristo para los españoles.
Don Pedro
fundó en la Florida dos
ciudades San Agustín y San Mateo en honor del patrón ovetense y, según cuenta
Gonzalo de Solís, esta plaza se rindió a los ataques de los apaches. Los
hombres fueron degollados pero se respetó la vida de las mujeres y de los
niños. Transcurrido más de un lustro, regresaron los españoles al lugar y
el cacique les recibió de manera amistosa. Los convidó a cenar y danzar en
torno al fuego después de fumar la pipa de la paz.
Acto
seguido, ofreció al recio soldado praviano una de las esposas de su harén para
holgar con ella en virtud del privilegio salvaje que aun mantienen algunos
pueblos esquimales del “jus primae noctis”, el mayor cumplido que se
podía realizar en obsequio de un huésped recién llegado. La respuesta del
conquistador fue tajante y casi admirable por lo insólita:
─ Soy
un hombre casado y nosotros los cristianos usamos de ese privilegio sólo la
noche de bodas después de haber sido nuestro matrimonio bendecido por Dios.
Cuesta
un poco creer tal respuesta en boca de un capitán de los Tercios del rey
de España, pero conviene recordar que el invitado era un caballero adherido a
las reglas del honor y del respeto a la mujer y que había velado las armas y
recibido el toque de varas de la caballería andante. Casualmente los cronistas
de Indias destacan con respecto a tal punto las siguientes consideraciones:
otra actitud menos trágica y más casual en relación con el sexo; la belleza y
la alegría de aquellas vírgenes no sé si necias o prudentes pero tan
“hospitalarias” y dispuestas a hacer un favor a aquellos hombres de a caballo
que venían buscando las fuentes de la eterna juventud en el siglo del amor que
fue el del XVI que decían si Manitú nos lo dio es para que lo utilicemos.
Aquellas tribus a la cópula conyugal la desligaban de cualquier aspecto morboso
y lo consideraba un hecho fisiológico sin connotaciones peyorativas y bien se
conoce que no tenían miedo al infierno del que tampoco habían oído hablar. Algo
de poca importancia. Los encantos de la india Malinche a los que sucumbe
el bellotero Hernán Cortés determinaron el éxito de la conquista azteca.
Ahí estuvo la clave del criollismo, de la mezcla de razas, llevada a cabo por
aquellos esforzados caballeros andantes de Carlos V que saltaron hasta la otra
orilla del charco desde las páginas del Amadís de Gaula. Muchos historiadores
negacionistas o de aluvión quisieran ningunearles tal éxito, en el deseo de que
su hazaña no se hubiese producido, pero el gesto quedó ahí para gloria de un
rey y una fe que defendieron con su sangre. Pedro Menéndez de Avilés
cudillerense de pro pertenece al cupo de los aguerridos hidalgos.
Cañaveral donde siglos adelante habría de dar
comienzo la carrera del espacio fue la primera tierra enjuta que toparon los
galeones del Descubridor de la Florida. El problema era la carestía porque pronto se acababan
los bastimentos que traían de la
Península. Los indios
navajos les enseñaron a cazar puercos con flechas enherboladas. Cuando no había
carne la dieta consistía en palmitos e hicacos (cocos) pero siempre la amenaza
era el hambre, el paludismo aparte de los franceses de Juan Girao que les
atacaron en su fuerte de San Agustín.
Otro renglón nada desdeñable con que hubieron
de enfrentarse eran los elementos del nuevo mundo: los ciclones y temporales de
esta zona de la Bermuda donde misteriosamente desparecían los barcos y siguen
perdiéndose los aviones. Sin embargo, era gente de una profunda fe religiosa
aunque en lo moral su conducta no fuese del todo cabal. Se hacían la guerra
mutuamente (el morbo visigótico o mal de los godos la envidia lo exportamos al
nuevo mundo) sin embargo, lograron entablar buenas relaciones con los
indígenas. A don Pedro los caciques lo veneraban como a un Dios cuando lo veían
montar a caballo. Al cabo de una navegación en zozobra, si desembarcaban por
fin en la playa, allí mismo mandaban los conquistadores españoles decir misa a
los frailes y cantaban el Tedeum. Los cronistas de indias hacen gala en sus libros de
una prosa concisa y circunspecta donde se narra de forma impávida los
feroces acontecimientos y penalidades que hubieron de atravesar los quinientos
soldados y naos que siguieron al Adelantado para colonizar la región. Su
enfrentamiento con los soldados del rey de Francia Francisco I fue a muerte. El
desalojo de los luteranos estuvo impregnado del espiritu sangriento de la Noche de San Bartolomé pero el drama terrible de
las guerras religiosas que habían incendiado el Viejo Continente y que los
españoles pretendían evitar en el Nuevo, amenazaba con reproducirse.
La mayor parte de la guarnición ▬ unos 550
asturianos y vizcaínos con unos cuantos castellanos de Tordesillas componían su
alarde ▬ que acompañaba al prócer asturiano eran veteranos de los tercios de
Flandes. Tenían que vérselas con los corsarios ingleses y franceses navegando
el mar de las Antillas la costa de Sto. Domingo Cuba y el canal de la
Bahama. Tuvo que
atender a un motín a bordo y sofocarlo en su capacidad almirante de la armada.
El sedicioso se llamaba Juan de la Parra , segoviano, al que un sobrino del Adelantado,
Pero Menéndez Marqués, mandó colgar de una gavia del palo mayor. Entretanto,
dejándolo de lugarteniente embarcó en una carabela rumbo a Puerto Rico para
hacer la aguada y cargar cazabe galleta y carne.
Esto acabado, despachó a su sobrino Pedro
Menéndez Marques a España para que informase al rey Felipe II de los
acontecimientos. En marzo de 1566 por unos exploradores llega a sus oídos la
noticia de que en una reserva había un grupo de cristianos como un centenar de
hombres y mujeres a los que los indios habían esclavizado y vivían como
animales salvajes. Eran españoles y su capitán Diego Maza acercó hasta el sitio
al bergantín del Adelantado. El cronista Solis de Meras describe así el
encuentro:
▬ Españoles hermanos nuestros sean bien
venidos en nombre de Dios y de Santa María y me mandó mi capitán esta carta que
os traigo… “Y el mensajero que venia agrega el relator de
estos hechos ▬ estaba desnudo el cuerpo pintado hecho indio y con sus
vergüenzas cubiertas”
Se alimentaban de tasajo, gallinas
y curadillo pues enseñaron a los indios a adobar el pescado. Los indios Saturiwa
que andaban en pelotas por el berral las caras y los culos pintados las mujeres
se escondían cuando llegaban los misioneros al poblado les enseñaron el arte de
navegar en canoa y fue así como comenzó el piragüismo, ese deporte tan
asturiano, aunque ya los ingleses lo practicaban cruzando el Támesis en
traineras. La vida del Adelantado de la Florida don
Pedro Menéndez de Avilés es una crónica maravillosa de viajes, caminatas,
hambres desolaciones, traiciones y concordias. Entre los aborígenes había
etnias como los Saturiwa que se declaraban amigos pero otras ▬ los Timicua ▬
les acogían disparando flechas envenenadas incendiando fuertes y recintos. Fue
una larga y cruel aventura pero siempre maravillosa. El adelantado de la Florida todo
un lobo de mar y uno de los marinos más prestigiosa de aquella edad cuando
España era la primera potencia marítima del mundo gozaba del mayor prestigio en
la corte de Felipe II. Lo certifica el hecho de que empuñó el timón de la nave
capitana de la escuadra que condujo al rey en su viaje nupcial a Inglaterra a
casarse con la hija de Enrique VIII en Westminster.
En
1574 es nombrado por el monarca capitán general de la Escuadra ,
cargo que no pudo ejercer pues al poco muere de tabardillo en Santander. Felipe
II traslada el mando de la fuerza naval a don Álvaro de Bazán. Este se encarga
de prevenir la flota para ir contra los ingleses. No se logró porque también
fallece don Álvaro de Bazán y ha de ser sustituido a toda prisa en el
mando por su maestre de campo el duque de Medina Sidonia. La conquista
de la Florida y la
expulsión de los hugonotes del territorio fueron realizadas a partir de Cabo
Cañaveral y de Miami entre los años 65 y 67. Los españoles tenían por base
de avituallamiento el morro de la
Habana , Puerto Rico y la isla de Santa Elena
así como Santo Domingo. Hubo muchas fatigas y no pocos sobresaltos. Algunas
naos se perdieron al surcar las aguas malditas del triangulo de la Bermuda. El
adelantado tuvo que sofocar a sangre y fuego la rebelión de algunos de sus
capitanes como Martín de Rescalde o la incursión de hordas de indios enemigos
que asolaban las pallozas cubiertas de palmitos
y raptaban a las mujeres cristianas. Esto permitió el mestizaje. De esta manera
nació el criollismo al que hoy recuerdan y agradecen los pueblos de las
Antillas.
En
1574 zarpa de la
Habana “y con prospero viento navegó 72
leguas y en el Cabo San Vicente topó con fustas de moros pero pudo llegar sin
contratiempo a la
Coruña el día de san Pedro. Dos naves de
pabellón francés y una fragata inglesa le daban caza pero trató de burlarlas y
tuvo el viento tan próspero que en aquel mesmo día entró en la bahía que llaman
de Artedo donde estaban surtos diez navíos los cuales cuando vieron
aquella fragata de nueva invención que parecía de turcos desampararon sus
navíos y huyeron al monte… a las diez de la noche, al acercase un batel de reconocimiento,
los hombres de mar y la gente de guerra
les grita que allí venía el Adelantado de la Florida don
Pedro Menéndez de Avilés. El capitán mandó izar el guión de Castilla de damasco
carmesí y una bandera de campo y tocar clarines. Los de los bateles
temiendo fuesen corsarios no se cercaron. Eran marineros portugueses y una nave
oneraria cargada de hierro y madera. En esto, el Adelantado y los suyos se
hicieron a la vela desde Artedo, entrando en el puerto de Avilés al cabo de dos
horas donde fueron recibidos por el alcaide de Sabugo con gran regocijo, se
tocaron las campanas y la población acudió a un solemne Tedeum en la iglesia de
San Francisco. Hacía 18 años que no veía a su mujer doña Ana María de Solís”.
De
esta forma circunspecta y con prosa notarial levanta acta del regreso del
navegante a su tierra. La familia, como arriba se dijo, proveería del solar de
Santa Paya al lado de Pravia pero tenía abiertas otras casas en Grado, Oviedo y
Avilés concretamente en el barrio de Sabugo. Todas ellas han desaparecido. No
así la de Cudillero, que permanece, ubicada mismamente donde hoy se expende el
pescado más fresco del concejo.
Cabe
destacar las relaciones del Adelantado con la Concha de
Artedo, un excelente puerto natural de mucho abrigo y buen calado de donde zarpó
el año 64 y donde quiso, de regreso, ponerse al pairo para despistar a los
piratas ingleses que iban tras de sus pasos. El cariño hacia este lugar donde aprendió a navegar en
su niñez don Pedro lo destacan sus biógrafos don Gonzalo Solís y Merás y el historiador
y catedrático Gómez-Tabanera en su obra Pedro Menéndez de Avilés y la
conquista de la Florida en 1565 de cuyo memorial extraemos
algunos de los datos al respecto; con aportaciones de nuestra cosecha que hemos
puesto negro sobre blanco en este articulito para que sirva de testimonio a las
próximas generaciones. Los restos mortales del Adelantado se veneran en una
lauda mortuoria sita al lado del Evangelio en la iglesia avilesina de San
Nicolás
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