LA @ COMO LA Ñ SON HISPANAS. UN REGALO QUE HIZO ESPAÑA
A LA HUMANIDAD
LA @ TRIUNFAL
Crecí de niño escuchando la palabreja cuando mi abuelo
colgaba de las vigas de la portada el marrano morato le sacábamos el alma y el
tocino las criadillas el alma el mondongo el calducho y la vejiga para
zambomba.
-Ha pesado 20 arrobas, chiquitos. Estaba de buen año.
Una arroba eran 11 kilos y 502 gramos. Eso me lo sé yo
desde pequeñito. En las clases de aritmética don Felipe nos decía que la @ no
servía para nada. Era como la distancia de pi que está ahí pero de la que nadie
se preocupa. Ahora gracias a Internet ha salido del armario y cunde en el
lenguaje universal del HTML. La red lo magnifica. ¿Quién lo iba a decir a mí?
Un guarismo matemático con poca fortuna hasta que lo rescató del desván de los
recuerdos Billy Gates que para los ingleses era una desinencia de la
preposición “ad” latina y en castellano venía a ser un sinónimo del signo de
multiplicación. La arroba aunque pesara lo suyo era como estar en el limbo. Ya
digo la distancia de pi por 3.1416. Es una palabra castellana castellanísima
aunque arrebatada a los sarracenos en lexicográfica algarada. Castilla vino a
ser un crisol de culturas y el alcaloide que fundió pareceres y les dio talante
único. Viene de los árabes de Mallorca donde como ya dijimos el elemento
muslímico abundaba y había muchos exaricos libertos. El catedrático Oliver Asin
siguiendo la trocha por la maraña impenetrable de la historia de España que
abriera el llorado don Claudio Sánchez Albornoz asegura que es étimo de
“al-ribat” (servicio de defensa), lo mismo que rápita y de ahí viene la Rábida
que no quiere decir otra cosa sino fortín. El “arrobt” (plural) era un servicio
de descubierta o escucha llevado a cabo en la frontera por un escuadrón de
jinetes. La palabra “arrabda” aparece en Mío Cid escrito por un juglar de
Medinaceli muzárabe hacia 1140. las villas y ciudades tenían que pechar tributo
por este servicio de protección que comprendía la rafala (vigilancia a caballo)
proveniente de rahal y rafallo una voz que todavía puede escucharse en
mallorquín. Para los moros el rahal o tahal es el lugar donde se vive. Bien lo
saben los moriscos de Baleares. Otro servició era el de sculca (escucha a pie).
Y por último la anuteba incluía otra prestación la de caballería que consistía
en vigilar a los rebaños de la mesta. Porque en el Libro del Buen Amor
caballería tiene otra carga semántica diferente a la que ahora se le da; es el
acto de conducir y domar reses bravas. Una suerte de rodeo. Tiempo adelante se
convirtió en un tributo y de ahí se transmuta en una unidad de pesos y medidas
castellanas antes de que se inventase el sistema métrico decimal. Arroba tenían
que pagar el yuguero Vg.: los que tenían una yunta de estos animales. Se
incorpora después al léxico pastoril. La tasa de @ procede sin embargo de otra
pecha que estuvo muy en boga en la alta edad media: la anúteba (anutba, anutwa)
también de origen morisco (anubda). En principio era un servicio de vigilancia
a los que trabajaban en fortificaciones. Los de a caballo patrullaban el
perímetro. Cuando sonaba el toque de anúteba villanos pecheros infanzones
ricos-hombres y clérigos había de acudir bajo las armas. Pero anúteba era un
tributo lo mismo que fue la arroba por redimirse de este servicio de guerra al
rey. La anúteba se documenta a partir del siglo XI en León. Está registrada en
el Fuero de Brañosera. Las fronteras eran elásticas y cuando llegaba la
primavera indefectiblemente venía la aceifa de la caballería árabe. Sin la
vigía de la anúteba o la alerta –otra voz árabe que observaba el horizonte
venían los moros y podían cortarte la cabeza. No había otra alternativa. La Fe
se suponía como el valor en el soldado.
Maria Estela González documenta esta palabra el año
969 cuando el conde Fernán González otorga donación de tierras al monasterio de
Santa María de Rexmondo (hoy Remondo) pueblo lindero de Valladolid que
perteneció a la diócesis de Segovia y donde vive un amigo mío. Castilla estaba
despoblada y la vida era muy difícil. Poco a poco fue repoblado por vascos,
asturianos, gallegos y gascones allende el Pirineo. La suerte de las armas es
muy mudable y alternativa. A las razzias muslímicas responden los reyes de León
y los condes castellanos con algunas cabalgadas. Se arruinaban campos, se
destruían iglesias, se talaban vegas, se desviaban ríos para estrechar el cerco
y rendir por sed y por hambre al enemigo. No solía haber compasión con el
vencido. Esto quería decir @ de arroba que hoy es un logotipo tan pacífico como
la anúteba un procedimiento para salvar el pellejo a los que vivían
peligrosamente “prevenidos en frontera”. La descomposición del califato de
Córdoba y la toma de Toledo por Alfonso VI da un respiro a las huestes de la
cruz pero así y todo no las tenían todas consigo. Los monarcas exigían a sus
pecheros no sólo el vasallaje. También tributos y rentas. Castellera era un
pago para retranqueo de muros y tarea de fortificaciones de castillos y
fonsaderas dinero para la guerra. Reliquia de este impuesto es en Asturias la
sextaferia que los castellanos llamamos obreriza por la mi tierra Aquellos
cotarros de Osma y Medinaceli, Clunia o Peñafiel eran arrebatados a Alá con
muchos dolores y trabajos. La vida valía poco. Se vivía menos. La reconquista
fue un derroche de hombres y de caudales. No es extraño que a veces hubiera
desfallecimientos.
Las tierras conquistadas se hacían por el derecho de
presura simplemente tomando posesión en nombre del rey, el conde o el clavijero
en las zonas de abadengo o mediante cartas pueblas y fueros que otorgan a sus
súbditos en virtud del juramento de vasallaje. Así los que convierten en
enfiteutas o usuarios de los territorios arrebatados a la morisma. Arrobas.
Anútebas. Servicios de escucha. Labor de descubierta. Monasterios: Corias,
Brañosera, Oña, Cardeña, Villadiego, Pampliega, Villalvilla. Los frailes iban
igual a la guerra y fueron la reserva espiritual que permitió aquella labor
titánica. Picaban espuela los obispos. Un Gelmirez. Un Ximenez de Rada. La
iglesia era el gran poder. Uno expurga los tumbos, los cartularios, fueros o
cartas pueblas y no encuentra otra cosa que pleitos, cartas de pago, y contiendas
de diócesis contra diócesis de monasterio contra monasterio, rieptos, caloñas,
hurtos y “coemptio” y tributos tan vergonzosos como el de las cien Doncellas de
Otón el Gordo que viajó a Córdoba para que los galenos del Califa le curaran
del mal de piedra[1].
Era un poco la fe del carbonero y no quedaba espacio
para muchas teologías ni tiempo que perder. El Arcipreste proyecta su filosofía
en un par de versos: “haber mantenencia y haber ayuntamiento con hembra
placentera”. El leitmotiv de la existencia.
Eso sí; pecadores. Se arrepentían. Y todos creían en
la vida eterna. Esta fe en el más allá hizo fuerte a la Iglesia y al Islam. Uno
y otro creían en el cielo y en el Paraíso de Alá. Vivían combatiendo cada uno
por su lema. Y moros y cristianos eran recios. Morían por su fe. Su ideal y por
sus garbanzos.
Tenaz lucha a vida o muerte. Caballeros que llevaban
en el arzón como Rodrigo Díaz que buen caballero era aquel mozárabe un icono de
Santa María. Fe. Tesón. No rendirse jamás. Aquellos hombres pesaban seis
arrobas pero valían un quintal de oro. La fe mueve montañas. Así que la @ es un
legado de España a la humanidad, el óbolo y la ofrenda de un tiempo difícil.
Veo a los mozos más granados de Castilla la gentil cabalgando hacia la muerte
por aquellas parameras y tierras de pan llevar. A pagar el tributo de la arroba
y la anúteba. Entonces las fronteras eran muy fluctuantes como el hambre y la
sed frecuentes y si no andabas ojo avizor venía Almanzor te cortaba los árboles
de tus montes te robaba las mujeres y te quemaba las cosechas[2]. Muerte
y desolación. Es curioso que este signo que fue moneda de cambio en los tiempos
de la Reconquista sea hoy contraseña de comunicación entre las gentes. Millones
de personas en todo el mundo lo teclean miles de horas al día. Arroba. Anúteba.
Hoy sigue habiendo moros en la costa. Aún no acabó la reconquista. Pero el peor
enemigo no es el moro ya. Es el moro interior que todos los españoles llevamos
dentro. Y ahora en este reino de tejas abajo ya se cree poco en eso de la vida
eterna.
miércoles, 28 de mayo de 2008
[2] Hay que insistir:
convendría releer la obra de Claudio Sánchez Albornoz. Es actual y gigantesca.
Supera a los dos Menéndez, Pidal y Pelayo, y a Américo Castro, por supuesto
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