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sábado, 27 de enero de 2018

MAÑANA SAAN VALERO VENTGOLERO PATRON DE ZARAGOZA

En el fregón

PEDRO TRAPIELLO
17/01/2018
 
Viento de enero tersa el pellejo... pelleyu d’oveya del panderu que ronca sin sonajas cuando la velada decae y hay que menearla... «dicen que cura no baila por llevar una corona; baile, señor cura, baile, que Dios todo lo perdona»... o arímate pacá cordera, que ahí fuera la pelona muerde... viento de enero... y a la mañana, paseíto hasta el río a esa hora en que el sol oblícuo se cuela bajo salgueros dando linterna al fregao que allí sucede, fregón de truchas, o frezadero, con su frenesí de desove y su amontonarse las pintonas haciendo un marallo largo que oscurece la pedrera rubia. Ahí se cifra el recuento de la vida truchera que pueda quedarle a ese río, la prueba, gratuito espectáculo natural, rito anual de bodas al que hay que invitarse de mirones, preferentemente desde un puente o altillo y no tanto junto a la orilla, que ahí importunamos a las pobres en su cachondo meneo o les cortamos a los machos la meada.
El frezadero es la fe de vida en cada caudal truchero... y «según tus meneos, iudícame Deus».
Empieza ahora la freza en estos ríos. No tiene fecha fija, los grados-luz marcan el arranque. Y se disponen, buscan un orillarse donde la corriente no barra a escobonazos y con fondo grijoso ya improbable en ríos presos y veloces domesticados por la ingeniería, desnaturalizados, desplumados de su ancho soto, pedreras, curvas quietas, charcales y presas que un día les abrazaban.
El peor crimen medioambiental de un León ciego y necio no está en bosques o montañas, siendo ahí brutal, sino en la ladronería sin fin que le hacen a estos ríos. El leonés pasmao se dará cuenta cuando no quepa cura, pero en esta casta borrega no está Agustín Aragón, un batallador de quien me pasan una argumentada carta y relato de la situación y degradación de ríos y pescas; se la envía al presidente de la Junta -copia a Rajoy- lo mismo que envió otras a Aznar en su día o consejeros de Medio Ambiente. Ni caso ni respuesta. Se desconsuela, pero su insistencia es ejemplar. Su calle en Villacedré se llama «Virgen de los Imposibles»... ¿será una pista?... si no atienden a la razón, sólo quedará rezar.

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