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domingo, 13 de enero de 2019

RICARDO VAZQUEZ PRADA UN GRAN ESCRITOR FALANGISTA ASTURIANO









DIOS VA CON ELLOS NOVELA DE RICARDO VÁZQUEZ PRADA. UN EXHORTO A LA RECONCILIACIÓN DE LAS DOS ESPAÑAS

A Ricardo Vázquez Prada Blanco lo conocí personalmente en Oviedo. Venía de andar por el parque San Francisco mozo en su "vejentud" ágil y cenceño, son barriga, había jugado al futbol con mi suegro Gabriel Tuya no sé si llegó a estar federado y, como este reportero le expresase su admiración hacia su persona por su labor decana en el periodismo astur (yo acababa de regresar de la corresponsalía de Nueva York y de cerrar la tienda de Pyresa), él me miró sagaz, desencantado y con una punta de ironía “Ya me quedan pocos afeitados, no quiero incensarios” Y siguió caminando casi sin despedirse. Eran tiempos difíciles para “Región” el diario en que creó escuela y que cerraría al poco tiempo.
Han pasado largos años de aquel casual encuentro y esta tarde acabo de vibrar con su gran novela “Dios va con ellos”. Creo que es una de las grandes epopeyas de la guerra civil, de la revolución de Asturias y del cerco de Oviedo.  Ambas contingencias fueron vividas por el protagonista Gerardo en primera persona: la del 34 y la del 36. Surgen por el libro nombres y topónimos escritos con sangre: San Esteban de las Cruces, las trincheras de San Lázaro y del barrio de Santo Domingo, Vallobin,la Manjoya, el Teniente Mayoral, Martín Alonso, el comandante Caballero, el general Aranda, el comandante Tejeiro, todos aquellos héroes laureados y hoy injustamente relegados al olvido.
Al leer estas páginas, se va por la calle Uría pisando cadáveres o se escucha la música siniestra de los oreganillos de Stalin. La artillería republicana emplazada en el monte Naranco disparaba a cero sobre la ciudad sitiada. Los sacos terreros estaban tan cerca una trinchera de la otra que durante treguas se comunicaban los contendientes hablando de las cosas de su pueblo con esa chispa que suele acompañar al carácter asturiano… “vení a nuestro bando, lo estamos pasando bárbaro en casa Anita… pues nosotros no nos falta de nada en Margot champán y todo habiendo champán y mujeres… ¿ES que murió El Gaitero… lo paseasteis vosotros, rojos de mierda… Ya estamos insultando. Los fascistas no teneis remedio. Salud y republica… Arriba España” Con estos saludos se cortaba la comunicación. Silbaba algún pepinazo. Muchos se pasaban. El pueblo que sufría aquella guerra no entendía bien por qué luchaba.
Las tropas de Teijeiro esperaron a las columnas gallegas noventa días resistiendo el cerco. Los rojos no pudieron tomar café en Peñalba, como era si deseo. Las trincheras estaban casi pegando y a veces se escuchaba diálogos sorprendentes a viva voz. Los rojos estaban en san Lázaro y en santo Domingo pero había todas las tardes paseo por la calle Uría desafiando al plomo. En el Paredes, una sidrería ovetense, tomaban vino las diferentes armas y las borracheras eran frecuentes. Gracias al salta parapetos y el aguardiente de garrafón aguantaban los contendientes. El valor de los rojos y de los azules es exaltado en esta durísima novela que cuenta el enfrentamiento entre hermanos. Todos eran asturianos. Había quien hacía a dos paños y jugaba a dos barajas. Los causantes de aquel zurriburri estaban a salvo en sus Bunkers o en sus altos despachos. El general Ochoa concedió un salvoconducto a Belarmino Tomás al cabo de la fracasada Revolución de Octubre. El mandamás comunista salió indemne de aquella y en el 36 fletaron para él un submarino. Tanto Ochoa como Aranda y Belarmín eran miembros de la masonería.
Los mandiles entendiéndose bajo cuerda honoraban al Gran Arquitecto. Con todo y eso lo de Asturias fue un feroz y sangriento diseño. Nos advierte el autor que en una guerra civil pierden todos y sus estigmas durarán mucho tiempo. Esta guerra es injusta llevaremos la desgracia sobre nosotros de aquí saldremos todos derrotados, confiesa el protagonista a su amigo Rodo que militaba en el socialismo.
La trama o anclaje narrativo del libro construido sobre vivencias autobiográficas demuestra una gran pericia novelística. Estilo directo y ameno que nos recuerda a su paisano Palacio Valdés, diálogos rápidos, ambiente vivaz, galanura de estilo y soltura de narración, locuacidad de esfoyaza y cantares entonados al pie de los pegollos del hórreo, y observaciones definitivas de los personajes todos perfectamente caracterizados.
“Dios va con ellos”. El título, que parece inspirado en el lema esculpido en la hebilla del cinturón de los militares de la Wehrmacht "Gott mit uns" (Dios con nosotros) no deja de resultar irónico, porque donde estaba Dios cuando caían las bombas y los paredones de los cementerios se llenaban de muertos, las balas rebotando sobre los sacos terreros. Dicen que hay ocasiones históricas en que Dios se oculta. Puede que aquella fuese una de ellas.
 Vázquez Prada profundo creyente y hombre de derechas que al terminar el conflicto guardó en un baúl la camisa azul se hace esa pregunta durante todo el libro. ¿Dónde está Dios?
Combatió también en Teruel, en el Ebro y asistió como divisionario de la Blau en el Este a la batalla del lago Ilmen. Gerardo en una operación arriesgada pero perfecta en los manuales de espionaje logra pasarse a los rojos una noche de luna para dar muerte al comisario Canales que había violado a su hermana. Siente esa culpa como también la de Danilo al que no prestó ayuda cuando lo iban a pasear a Luarca los nacionales. Le pesa y va a confesarse. El sacerdote le dice que es un pecado matar aunque menos cuando se hace en defensa propia. Al final cuando en Paris visita a amigo Rodo, fraternidad de armas en el Tercero de Montaña de Coruña, pero diferente filiación política, perece en un ataque terrorista de la OAS. Sus últimas palabras son de perdón y de reconciliación al recibir la Extremaunción de un abate que pasaba por los Campos Elíseos. Ricardo Vázquez Prada, fundador de la Nueva España con Arias de Velasco y Manolín Fernández, estampa en estas páginas el drama del vencedor vencido. Unos se dieron a la bebida, otros se murieron de asco por ahí, pero siguieron firmes en su demanda aferrados al machito. Fueron ninguneados, vilipendiados, ignorados (les cerraron las puertas de los periódicos, les amargaron la vida, pasaron de ser vencedores a considerarse vencidos y las máquinas de las editoriales con el cambio de régimen) y que a pesar de todo fueron la mejor generación baluarte que tuvo este país en el siglo XX. Este texto debiera ser preceptivo en los programas de estudio de las escuelas astures. Para que la historia no se vuelva a repetir. Un aldabonazo a las nuevas generaciones. Estamos cansados de ser yunque al que golpea el pedernal de la intolerancia por vía del pensamiento único y una Memoria histórica sectaria. Fatigados de que no se nos escuche y pasar por los malos de la películas. Gerardo el protagonista se muestra como uno de los héroes ▬Tigre Juan, Ana Ozores, Riverita▬ nacidos de la pluma de excelentes novelistas asturianos. A pesar de haber caído en el vicio de la bebida y a pesar de haber sucumbido en un estúpido ataque terrorista con bomba de plástico cuando paseaba por París. La memoria de Ricardo pervive entre nosotros. Yo siento su presencia cuando voy por las calellas de la Cadellada. Él nos ayudó a entender por qué y vivir cerca de Oviedo.




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