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miércoles, 16 de enero de 2019

EL DIABLO DEL ACUEDUCTO

De diablillo nada. Es un diablón, un diablazo, salaz, barrigudo, cojuelo y cornudo esta obra escultórica de un tal Abella al que la historia del arte le negará para siempre el ingreso en la Academia a la hora de zampar. Mis paisanos quieren instalar a este pateta barrigudo y sonriente que de la panza sale la danza y lujurioso un sátiro para que nos entendamos en el edículo donde figuraba la estatua de Júpiter, ara sagrada, representando al dios del Olimpo y a su sucesor Augusto (en ambas imágenes el cristianismo se da la mano con el paganismo) que fue el que edificó tan portentosa fábrica y no Trajano como ha venido creyendo el historicismo bobalicón de mis paisanos que cambian con facilidad de chaqueta de la mano abierta del fascio hemos pasado al puño cerrado del marxismo feminoide. En la cara norte estaba la representación de la virgen María con la bandera de España que yo de niño vi colocar a los cadetes el día de santa Bárbara. Que Segovia la ciudad de mis mayores y donde yo nací rinda culto al enemigo de los hombres me horroriza al tiempo que es un indicio de hasta qué punto hemos llegado en esta democracia caciquil todo para el pueblo pero sin el pueblo. Es lo que quiere el diablo el gran engañador y profanador y profazado, el que tentó a Cristo instándole a que se tirara desde el tejado del templo de Jerusalén y ahora parece empujarle a que se arroje desde los treinta metros del canal alto del acueducto. Los paganos le conocían bajo el nombre del "Vetus". Es obvio la alcaldesa doña Clara Luque es una pobre analfabeta que fregaba suelos en Abades antes de que la dieran la vara de alcaldesa, una fementida vara con la cual nos solmena las costillas a los segovianos de pro, aunque no te preocupes que al freír será el reír. Ya serán ellas. Satanás en lo alto del acueducto en sustitución de Augusto, Cristo y la Virgen María, pues vaya un plan. Lloran los ángeles y los pinos de la alameda se están muriendo de risa, de ver a los segovianos con corbata y sin camisa. Fuego al muñeco.

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