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miércoles, 16 de enero de 2019








LLEGA SAN LUCAS. A ALCALÁ, PUTAS.
 En las viejas universidades hoy empezaba el curso escolar. Amanece hoy, caballeros, el día de San Lucas, autor del Tercer Evangelio, el de san Pablo. Habla de la gentilidad y del perdón a la mujer adúltera. El toro de san Lucas. El símbolo del minotauro campea en cada uno de los cuatro triángulos de la cúpula en las bóvedas de pechina.
Era el buey de los sacrificios simbología mística escoltando al león de Marcos, el águila de Patmos, que se transforma en hombre en Mateo. Son  broche que abre y que cierra la simbología del Nuevo Testamento escrito en clave como toda la Biblia. El Verbo se hizo carne y la palabra se hizo símbolo. Ay de aquellos que se lo quieran tomar por la tremenda. No cojan nunca el rábano por las hojas, señores.
 A la palabra sagrada hay que ir con la humildad y todas las prevenciones de la casuística. Lo otro, el  ad pedem literae, nos lleva a errores y a desfalcos. No se puede saquear la palabra y hacerla acomodo de nuestras apetencias, justificación de nuestras ideas, apéndice de nuestro ego, prolongación de nosotros mismos. San Lucas es el más humano de los cuatro evangelistas. Por lo visto era médico y pintor en sus horas libres.
  Nos legó un cuadro de la Virgen María. Es la Teotocos que reina en toda la imaginería bizantina.  De su vida poco sabemos sólo algunas referencias de Pablo en sus cartas. A los colosenses escritas desde la cárcel de Roma por conducto de Filemón “Lucas el querido médico está conmigo” (Col.4, 14). Su nombre salta otra vez de la pluma del Apóstol de las Gentes en la epístola a Timoteo “Lucas está conmigo” (2 Tim.4.11). Siempre al lado de Pablo, durante la edad media fue el Hipócrates cristiano, santo tutelar de los estudiantes de medicina.
 El 18 de octubre solía empezar el curso en Oxford, la Sorbona, Coimbra,  El Estudio General de Bolonia, en Salamanca y Alcalá. Iniciábase el trimestre que los ingleses siguen llamando Michelmass, y se escuchaban, solemnes y augustas disertaciones en latín, las “lectio” en los salones de grados. Había fiesta de estudiantes. El viejo dicho de a “Alcalá, putas, que viene san Lucas” debe de ser antiquísimo. ¿Y cómo transcurrían aquellas celebraciones que empezaban con misa cantada por el claustro en pleno y luego el ágape, y en la tarde correr el gallo, juegos malabares, el hicuspocus, a la rayuela los menores, pasteles de carne y soplillos en los figones, el mosto nuevo corría en los jarros por las tascas?
Hay un episodio en el Buscón en los que describe Quevedo el arribo de los mantisas complutenses a la capital del saber. Don Pablos paró antes en la venta del morisco que había en Humanes y paraban en la posada junto a un clérigo rezador y mirón unas mozas de partido. Todos fueron robados por unos picaros estudiantes, las damas seducidas y abandonadas. A Alcalá putas que llega san Lucas.
 Parece que las estoy viendo a las misericordiosas dueñas del amor, practicas en el oficio mas veterano del mundo y cubiertas del polvo de los caminos, marchar detrás de los estudiantes que venían a lomo de mulas atravesando media España con sus baúles en el que iba metido el  ajuar de estudiante: la beca, la sotana, los manteos; y las artolas hasta arriba de libros y cuadernos. Algún elixir, tres mudas, el jubón de repuesto, un par de calzoncillos con su correspondiente veste y sobreveste, unas tortas de jabón con la bacía y los trastos de afeitar. Un viaje iniciatico emprendían pero la sabiduría se aprende no sólo en las aulas y en los textos sino en las tabernas y en las posadas. No menos  en las casas de lenocinio.
Había que a andar listo con la letra muerta y la letra viva. Pablillos al poco de llegar a la universidad recibe la primera somanta de palos y una lluvia de gargajos el día de san Lucas. Era la novatada que solían sufrir los estudiantes primerizos. El toque de varas. La acolada. Pasadas estas pruebas y tales sobresaltos, podían ser ordenados de epístola (subdiáconos) y luego de evangelio (diaconos) y cantar la sequentia secundum Lucam en tono llano. Travesuras y rondallas.
Venía la tuna y en el cortejo no faltaban cerrando marcha “sus reverencias” de “toldo y arandela” que decían a las mujeres de la vida. Donde había estudiantes pues en Complutum no eran tan estrictas las costumbres y donde había frailes nunca faltaba esta tropa de alegres mujercillas. Hoy se llaman “grupies” en Inglaterra y van detrás de los cantantes y artistas. Abigarrada comitiva de descarriadas siguiendo a los giróvagos de la estudiantina, eremitas exclaustrados, licenciados que colgaron la sotana pero seguían sabiendo latín. Enamoradas de algún lindo estudiante daban puerta a sus maridos. Raptos, duelos de comedia de capa y espada. Nunca en Alcalá faltaron líos travesuras escolares. Siempre fue así.
 La humanidad no tiene remedio y de esta humanidad es la que se apiada san Lucas, el único de los coronistas de la vida de Jesús que da detalles más explícitos de su Madre María (anunciación, visitación, nacimiento, circuncisión, presentación en el templo, bodas de Canáa y actas en las que nos da cuenta de que María presidía el cenáculo y los “apóstoles perseveraron unánimes en la oración al lado de María la madre de Jesús y sus hermanos) y era el que se cantaba siempre en las misas de gallo todas las nochebuenas. Rezuma calor humano. Alegría y compasión.  Abunda en la humanidad del Salvador. El que no conoce a los hombres no conoce a los vicios. El espíritu está pronto pero la carne es débil. El evangelio de Lucas es el más humano de los sinópticos porque es el único que incluye el pasaje del perdón a la adultera. “el que esté libro de pecado que tire la primera piedra” exclama el Señor. La imaginería cristiana representan al apóstol – fue uno de los 72 elegidos en la hora undécima- con una cálamo en la mano y a su vera un toro de lidia.
 En España se celebraban las famosas ferias de San Lucas. Era la última romería pasado verano. La última que Dios envía. E lo religioso letanías y rogativas por la cosecha, empezaban las témporas y en lo profano juegos de toros y cañas. La última corrida de toros. Los últimos clarines. La última dulzaina.
viernes, 17 de octubre de 2008




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