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martes, 3 de abril de 2018

erxpoliadores

"El casco que estaba en mi casa me lo regaló un amigo que hace reproducciones"

El principal imputado niega haber cometido expolio en el yacimiento de Aranda de Moncayo. Para el fiscal y las acusaciones, los ataques al enclave se han mantenido hasta tiempos recientes.

Ricardo Granada –en primer término– y Mariano Ostalé, momentos antes de iniciarse el juicio.Oliver Duch

La primera jornada del juicio por el expolio de los cascos celtibéricos de Aranda de Moncayo no aclaró gran cosa. Dos hombres se sientan en el banquillo de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Zaragoza: Ricardo Granada, vecino de Illueca que presuntamente encontró los cascos cuando prospectaba el yacimiento arqueológico con un detector de metales; y Mariano Ostalé, vecino de Alagón al que se detuvo, también en 2013, acusado de hurto de patrimonio y receptación.
Granada reconoció que había comprado y usado detectores de metales para buscar objetos arqueológicos (principalmente "monedas medievales y medallas") entre finales de los 70 y 1990, año en que cesó en esa actividad para centrarse en la recolección de la trufa.
Negó conocer a Ostalé, y explicó una fotografía incorporada al sumario (en la que se ve a un conocido suyo con uno de los cascos) alegando que esa pieza no la encontró él, sino que "me la regalaron. Fue un amigo que hace reproducciones". Se presentó a sí mismo como un pequeño coleccionista, no especialmente interesado en lo celtibérico.
Fiscal y acusaciones particulares (Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Aranda de Moncayo) buscan demostrar que las prospecciones en el yacimiento han continuado después del 90 (y que por tanto el presunto delito no ha prescrito) y alegaron para ello que dos de los detectores de metales que se le intervinieron a Granada fueron adquiridos en 2003 y 2006, respectivamente. También hicieron notar que, cuando se registraron sus bienes tras su detención, se le incautaron dos instrumentos de este tipo, listos para ser utilizados, en el maletero de uno de sus coches.
Aunque los dos acusados negaron conocerse previamente al caso, fiscalía y acusaciones particulares les relacionan con dos datos: Granada presuntamente adquirió alguno de sus detectores en la tienda que abrió Ostalé en la capital aragonesa y, según los arqueólogos, ambos tienen sendas piezas de un disco de la coraza de un guerrero celtibérico.
A Granada se le acusa también de haber comprado tierras en Aranda de Moncayo y de haber pagado remociones de terreno con retroexcavadora con el objeto de sacar a la luz piezas antiguas. Él negó este lunes que el movimiento de tierras (trabajo que fue paralizado por el Ayuntamiento de la localidad, al no contar con la oportuna licencia) tuviera ese fin.
Ostalé, por su parte, aseguró que es coleccionista de monedas "desde los seis años" y subrayó que nunca ha buscado en los yacimientos con detectores de metales.
"Yo no he encontrado cosas –dijo–, todo lo que he hecho ha sido comprarlas". Respecto a su relación con los cascos, dijo que hace réplicas de ellos desde hace años y que, por ese motivo, acudía a mercadillos para comprar fragmentos "que me sirvieran para saber con qué técnicas habían sido realizados, para intentar conseguir que las réplicas que yo hiciera fueran lo más parecidas posible a las auténticas". Subrayó además que cuando en 1985 entró en vigor la Ley de Patrimonio Cultural abandonó cualquier actividad que pudiera ser considerada ilegal.
Un "zulo" almacén
En una de sus viviendas había una estancia de acceso disimulado donde guardaba parte de su colección arqueológica, y en algunos momentos de la vista, acusaciones y guardias civiles que participaron en la investigación llegaron a calificar esa estancia como un "zulo".
Declararon también varios agentes, que básicamente refrendaron sus aportaciones al sumario; y testigos, vecinos de Aranda y de su comarca. Ninguno de ellos recordaba haber visto a Granada utilizar un detector de metales en los últimos años, y este parece ser uno de los argumentos de más peso que va a esgrimir la defensa de los dos acusados, que lleva José María Viladés.
Otro extremo que parece a favor de la defensa es que, al parecer, los análisis químicos realizados a varias piezas incautadas a los acusados, y que según los especialistas pertenecen a un casco, establecen que la tierra adherida a ellos no concuerda con las características del yacimiento.
El juicio continuará este martes por la mañana, con el testimonio de varios arqueólogos, y quedará en principio visto para sentencia a primera hora de la tarde.

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