Úrsula Haverbeck-Wetze
La justicia alemana está podrida. Los jueces alemanes ordenaron el ingreso en prisión de una historiadora de 88 años por refutar la versión oficial sobre el Holocausto. Esos mismos jueces acordaron la puesta en libertad de Puigdemont tras subvertir la legalidad española vigente intentando romper la unidad territorial del cuarto estado de la Unión Europea en importancia. Para quienes ponen en duda la imparcialidad de la justicia española, aquí tienen un claro ejemplo de la envilecedora animosidad de los jueces germanos con los intelectuales disidentes. Si para la justicia de aquel país, la refutación de la versión oficial sobre los acontecimientos en la Alemania nazi es motivo de cárcel, y en cambio no lo es la rebelión dentro de un país soberano como España, entonces no hay nada que justifique nuestra pertenencia a una institución supramacional que nos denigra de esta forma.
Otra vez la UE con curiosos distingos. Otra vez Europa contra España. Los togados alemanes se ceban contra una revisionista octogenaria, pero en cambio dejan libre a un dirigente político por hechos que han sido probados como constitutivos de gravísimos delitos por un alto tribunal español. Y encima Rajoy no es capaz de abrir una crisis diplomática con Alemania, que contaría con el apoyo de millones de españoles y un seguro vivero de votos para su partido. Será porque Rajoy no es sino un pelele de la oligarquía talmúdica que gobierna en Europa. La UE también guarda silencio. Con lo rápido que condena Bruselas lo que no le gusta de Trump, presidente de la mayor y mejor democracia del mundo, y en cambio lo comprensiva que se muestra con los traidores que han intentado acabar con la nación históricamente más importante de Europa.
Katarina Barley, la ministra alemana de Justicia que apoyó la excarcelación de Puigdemont.
No puede España seguir perteneciendo a una organización comunitaria que presta refugio y cobijo legal a los golpistas catalanes perseguidos por la justicia española, y que cuentan además con la necia, cobarde y ciega ayuda de dirigentes políticos europeos.
Los gobiernos europeos ven con malos ojos el antieuropeísmo que se ha apoderado de los españoles. En realidad nunca nos entusiasmó Europa. Nos valía con ser españoles, la cosa más seria y noble que se puede ser en medio de la cochambre europea. No entienden que consideremos una afrenta a nuestra dignidad nacional la actitud de los jueces europeos. Pensaban que nos conformaríamos con el papel de resignados camareros que nos habían asignado.
Muchos europeos se han unido a los sediciosos catalanes para presentarnos como un país atrasado y sin garantías. Que países con su dignidad colectiva al nivel de las cloacas se atrevan a cuestionar nuestro derecho a defendernos de las agresiones internas, nos pone ante el espejo de lo poco o nada que podemos esperar de Europa.
España es una nación antigua, sofisticada y articulada, con la segunda lengua más hablada del mundo y con genios universales en todos los campos de la creación humana. Desde Patagonia hasta California, desde Guinea Ecuatorial a Filipinas, la huella histórica y cultural de España se deja sentir en cada rincón. Sin España, el Cristianismo sería una más de las religiones exóticas y desperdigadas a lo largo de la Historia. España dio a Roma sus mejores emperadores, a la Cristiandad sus mejores guerreros, al Derecho el primer ordenamiento jurídico tras la caída de Roma, al Catolicismo sus mejores evangelizadores, al mundo sus mejores conquistadores, a la literatura universal su obra cumbre y a la pintura su genio más excelso.
En principio ningún país decente debería estar en contra del derecho de 45 millones de españoles a defenderse de dos millones de independentistas catalanes. Pero esta es la misma Europa decadente y corrompida que nos describieron siempre los intelectuales representativos de la España de la rabia y las ideas, la que puso una pica en Flandes y otra en el culo seboso de los supremacistas alemanes.
Úrsula Haverberck, la otra cara de la moneda
Úrsula Haverbeck-Wetzel, una mujer alemana de 88 años de edad, que tuvo que abandonar su hogar después de una limpieza étnica a finales de la Segunda Guerra Mundial, fue condenada a prisión por cuestionar y refutar la versión oficial sobre el Holocausto alemán, que describió como “la mentira más grande y más persistente de la historia”.
Haverbeck, junto con tres de sus colegas y partidarios, fueron detenidos después de que la policía alemana irrumpiera y saqueara sus casas, donde incautaron documentos, libros y otros artículos personales. Alemania tiene algunas de las más tiránicas leyes contra la libertad de expresión y el libre pensamiento en el mundo.
Warren Routledge, autor del libr de lectura obligatoria: “Holocaust High Priest: Elie Wiesel, “Night,” the Memory Cult, and the Rise of Revisionism”, dijo: “La detención de Ursula Haverbeck era previsible desde el principio. Los alemanes han estado bajo un apretado control sionista durante décadas. También es un secreto a voces que la actual canciller de la República Federal Alemana, Angela Merkel, ha sido una persona muy útil para la CIA durante décadas. Con la unificación de Alemania, después de la caída del muro de Berlín, ella realizó una transición fluida al nuevo sistema, desde informar a la CIA sobre sus jefes comunistas hasta alcahuetear las interioridades del nuevo gobierno unido de Alemania”.
Durante la entrevista en la televisión, cuya versión completa fue publicada en YouTube, Haverbeck explicó cómo intentó establecer contacto con los funcionarios alemanes correspondientes, el ‘Bundesministeriums der Justiz und für Verbraucherschutz’ (Ministerio de Justicia alemán), así como on el ‘Zentralrat Der Juden In Deuschland’ (Consejo Central de los judíos en Alemania), pidiendo respuestas a preguntas básicas que ella hace sobre el supuesto Holocausto.
La anciana mantiene que si la historia oficial del Holocausto fuera efectivamente cuestionada y refutada, el sistema político entero de la posguerra quedaría expuesto.
“La verdad no necesita leyes”, dijo la señora Haverbeck, añadiendo que “la única base sólida para el futuro de la humanidad es la verdad”, y que “la narrativa oficial del Holocausto no es verdad”. “Por lo tanto, se utiliza para esclavizar y manipular a la humanidad. Su propósito es justificar el nuevo orden mundial, que beneficia a todos los que actualmente controlan nuestras vidas. Las ‘lecciones’ del ‘Holocausto’ nos dicen que nunca debemos tolerar el maltrato a nadie. Sin embargo, los palestinos están exentos de esta regla humanitaria universal y pueden ser aplastados por puños, palos y armas de todo tipo en cualquier momento y sin ninguna justificación.”, añadió durante la entrevista por la que fue encarcelada.