MURIÓ LA HIJA DE FRANCO. FUE TODO
UNA SEÑORA AN VALIENTE COMO DISCRETA
Ha fallecido hoy en Madrid Carmen
Franco la única hija de nuestro Caudillo. Era todo una señora de Oviedo que
aguantó con dignidad y elegancia (esa elegancia ovetense) los enconos,
procacidades, calumnias y vituperios de la prensa cañonera manejada por
aquellos que no perdonan el que su padre dejase una España en paz, económicamente
fuerte, moderna y en progreso. Hablé con doña Carmen en una cafetería de Reina
Victoria hace quince años para hacerle entrega de mi libro "España y
Sefarad un amor secreto". Me dio las gracias pero me hizo a entender que
ella era un ama y me citó una frase de su padre "yo no me meto en política". Había estudiado yo mucho de su
vida y le recordé aquel gran reportaje en la revista "Life" cuando aparecía
en el regazo del Caudillo vestida con un traje blanco de encaje. Era el amor
suyo y la llamaba la "Morucha".
Hizo la guerra en una ruló en la cual Franco había establecido su cuartel
general poca comodidad pero mucha dignidad y austeridad que le caracterizó. Le
gustó mucho la noticia que yo había extraído de los periódicos de la época contándole
las incidencias del noviazgo de su papá. Los Polo consideraban a don Francisco
"el comandatín" poco partido y éste para impresionar al personal
marchaba por la calle Uría a lomos de un caballo blanco, luciendo su flamante
estrella de ocho puntas y las espuelas de plata, para impresionar a su prometida.
"Yo sólo vivo para mi Paco"
declaró ésta alguna vez en recortes de prensa que acribé en mis tiempos de
hemeroteca y cuando le convocaron al Tercio poco después de su matrimonio en la
iglesia de San Juan: "Otra vez empieza la música". Le aguardaban sus
soldaditos del Rif. "Las balas son
como las cartas llevan tu nombre y dirección cuando llegan abrirlas es tu
obligación" Y le pegaron un tiro los del Abdel Krim en el vientre. Le daban por muerto pero él tiró de
pistola y apuntando al capitán médico con el arma requirió ser trasladado al botiquín
de campaña. un tiro en el vientre era muerte segura, pero el comandantín tenía
"baraka" y un valor más allá de lo que se supone a uno de infantería.
Visto lo cual los moros de su harca le consideraban como un dios. y esa baraka salvó a España. Carmen Franco por
aquello de honra merece el que a los suyos se parece había heredado de su padre
la valentía. "No tengo miedo a la
muerte, la vi el rostro muchas veces", confesó en unas declaraciones
al cabo de ser desahuciada este verano de los médicos por su cáncer terminal. Se
negó a ser intervenida quirúrgicamente. He ahí otro gran detalle de su arrojo.
Ella los tenía bien puestos lo mismo que su progenitor. Y esta es un detalle
que se les pasará a los informadores carroñeros que hozan y meten el hocico en
la cadaverina de la actualidad. Carmen Franco Polo y Bahamonde descanse en paz.
ARRIBA ESPAÑA
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