MEDIO SIGLO DEL ALZAMIENTO COMUNERO
SEPATARATISMO CATALÁN Y MOVIMIENTO COMUNERO
La plaza de Medina del Campo en Segovia es un perfecto decorado para representar teatralmente a la edad media: las dos misteriosas esfinges, la estatua del comunero Juan Bravo a la izquierda el atrio románico de San Martin cuyos arcos contempla desafiante la Torre de los Coronel, una fuente, unas escaleras y la estatua del comunero Juan Bravo enarbolando el pendón de Castilla calzas y peto de soldado dando un paso al frente. Juan Bravo no era militar sin embargo, era mercader, se desposó con una Coronel el gran linaje de cristianos nuevos que controlaban la industria de los paños segovianos. Había nacido en Atienza. A raíz del decreto de expulsión de 1492 apenas ningún vecino de los que profesaban el mosaísmo salió de la ciudad camino del exilio, se quedaron, se bautizaron, ostentando su dominio sobre las finanzas, la jerarquía eclesiástica pero practicando en la intimidad familiar todas las costumbres y preceptos del Rollo de la Ley. Su matrimonio con María Coronel hija del rabino Abraham Señor, le convirtió en el segoviano más poderoso e influyente. Segovia quiso ser una ciudad abierta al estilo de Venecia o Génova con su propio gobierno autónomo y corregimiento sin tener que pagar pechas al monarca castellano. Segovia bien valía una misa. Juan Bravo en comandita con Maldonado, Padilla y el obispo de Zamora Acuña se rebelaron contra el emperador. Dos matices: uno de disconformidad religiosa con Roma (Acuña quiso proclamarse primado de Toledo apoyado por elenco converso de gran predicamento en la ciudad imperial y el papa lo consideró más pernicioso para la religión católica que el propio Lutero)
La otra causa que citan los cronistas la económica. Segovia había perdido los mercados ingleses y flamencos para la exportación de la lana a media Europa. El esplendor económico de la ciudad se vino abajo. De puertas afuera iniciativa de los conversos expulsados por la proscripción isabelina se abrió paso la leyenda negra y de puertas adentro cundió una ola de mesianismo. Hubo frailes que se subían al pulpito para anunciar la llegada del Anticristo. Carlos V y sus flamencos como Adriano de Utrecht traían grabado en la frente el nombre de la bestia, el “anosmié”, el innombrable el 666.
Muchas veces desde niño me he asomado a la plaza de Medina del Campo decorado perfecto para la representación teatral de Hamlet o de Romeo coy Julieta es la una de las plazas más hermosas de Europa.
En la esquina del sastre Blas Carpintero cosía para mi familia, él me hizo el traje de primera comunión, y junto a la esfinge se ganaba la vida un retratero de aquellos de la cámara oscura el agua de veneno y un pajarito, un pajarito. Por la calle Real subía y bajaba el personal un abigarrado desfile de militares sin graduación, niños de las escuelas y paseantes de todo tipo.
Segovia ciudad misteriosa, encaramada entre sus torres y sus palacios ducales, blasones y linajes, un aire entre crédulo y desafiante donde nunca faltaron la resignación, el acomodo y la picaresca. Cuando degollaron a Bravo, Padilla y Maldonado era una mañana de junio en Valladolid subieron a los reos a lomos de un burro de enorme alzada que parecía un camello y el anunciador que iba delante abriendo carrera de los que caminaban camino del cadalso cara atrás entre salmos y cantos del miserere pregonaban:
- ---Una oración por el alma de estos pobrecitos que mueren por la comunidad.
El levantamiento fue un fracaso, el desastre de Villalar, algunos nobles cambiaron de bando, también los pecheros del común chaquetearon, carecían de una organización militar para enfrentarse a un ejército profesional como el del emperador. Aquella guerra civil arrasó Castilla en 1519 se cumplen ahora medio milenio las ciudades fueron arrasadas por la artillería imperial fue el caso de la antigua catedral románica de Segovia. Y por lo que parece el movimiento comunero ha vuelto a resurgir quinientos años después en Cataluña. El sionismo internacional lo promueve. Otra vez España parece enfrentarse al problema marrano esta vez parlando catalán. Todo un reto contra la monarquía y su unidad histórica.
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