JUDAS
¿HERMANO CARNAL DE JESÚS?
ANTONIO
PARRA
Era
alto, bien parecido, rubio tirando a rojizo por lo que algunos Padres
coligen que Jesús también era rubio por estar emparentado con
Judas. Algunos sospechan que pudo ser su hermano carnal para hacer
más verosímiles las semblanzas entre Caín y Abel y que lo vendió
por envidia. Judas. Jesús. Dos caras de una misma moneda. El haz y
el exergo. El bien y el mal puerta por puerta. La histgoriografía
moderna, basandose en el estudio del lenguaje arameo, confiere a
Judas el título de hermano carnal de Jesús.
-Ahí
te esperan tu madre y tus hermanos.
¿Estaba
Judas entre ellos? Y hasta han salido fisonomistas y especialistas en
prosopografía que afirman que Judas era clavadito a Cristo. ¿Por
qué lo vendió entonces en treinta monedas? Por malquerencia. Además
la venalidad es una de las flaquezas humanas. ¿Y de ser así la
historia dónde colocamos a san José y la Virgen María? La Maquina
de la Verdad ni sabe ni contesta. Se limita a decir que aunque la
naturaleza es la misma el sistema de valores y el lenguaje del hombre
del ayer diferían mucho. El Nuevo Testamento pasa de puntillas sobre
estos asuntos claves que a todos los creyentes nos gustaría conocer
y habla de una forma rotunda y elocuente pero en elipsis utilizando
el símil y la metáfora para colacionar la persona del Salvador con
lo dicho por los profetas veterotestamentarios.
Dentro
de siete días Martes de Dolores. Su nombre reverdece todas las
semanas santas cuando engrandan las encinas, flor parda del camino,
ramas de olivo, hay candela encendida en los castaños, que es árbol
fiel y medular que acude a todas las convocatorias de España, como
aquel que dice. Castaños de indias opositando siempre por las
praderas, remolonean un tanto con su savia las acacias que son las
más resistentes. Hay quien dicen que el árbol del que se colgó
Judas era una acacia pero otros dicen que un espino. Y de cambronera
era la corona que le dio tormento. Por eso detallan que benditas
zarzas incandescentes desde las cuales habló Dios a Abrahán y
permitió que al Salvador lo ciñesen las sienes con pinchos de
escaramujo, comúnmente tapaculos, con perdón. Cada especie arbórea
reverdece por turno. Abren brecha los almendros. Seguidos de perales
y donguindos. Higueras y parras suelen ser los últimos. El mirlo
también acude a la cita sonora de los ocasos y la abubilla toca el
trombón por la hondonada, y el golorito hace virguerías cantorales
por la fronda del espino que el ruiseñor es pájaro fino e invisible
pero tan audible que nos enardece con sus filados increíbles. Es
primavera, hombre, y va a resucitar Jesucristo.
Sabréis
que se acerca la pascua. Dos nombres se barajan ya: Jesús y Judas.
Son homófonos y bien parecidos y los dos, sonando a biblia y
judaísmo, esparcen por todos los ámbitos el mensaje de la palabra.
El bien y el mal frente a frente dispuestos a contender batalla. Un
concepto medieval que repugna en parte al hombre moderno que no
considera que esta vida sea una lucha entre la luz y la oscuridad.
Ahora se suprimen los calificativos de superioridad. Viene la duda y
uno se siente más cómodo entre los de igualdad. Se puede ser malo
sin llegar a pésimo y bueno sin recabar el grado óptimo. Todo está
entreverado. El término medio es ángulo predilecto de la sabiduría.
Que no muy aconsejables son los excesos.
In between. Comme çi comme ça.
Oh Judas yo te perdono por el Manso Cordero al que enviaste al
matadero. Entiendo tu lucha trágica, la batalla interior que
libraste contigo mismo.
La
vida es un drama y comprender es perdonar. Mejor así. Pero acceden
las brumas y nieblas de la duda seguida de las carcajadas diabólicas
que, resonando en el jardín de atrás, nos advierten de que vana es
nuestra fe. Si Él no resucitó esto se queda en agua de borrajas.
Bajó a los infiernos y tres días estuvo en la región de los
muertos. Y resucitó después en cuerpo glorioso. Pero mirad en el
sepulcro sólo queda polvo. Y las vendas de la mortaja. Jesús, manso
cordero, que sufrió y padeció bajo el poder romano y quebró los
cerrojos de la cárcel de la muerte. Un ángel bajó del cielo y
corrió la losa del mausoleo. Y anunció a las buenas mujeres. Iam
non est hic. Resurrexit sicut dixit
(Al que buscáis no está aquí, resucitó según prometía).
Y
la Magdalena que había ejercido el viejo oficio era bien conocida de
los rabinos y los del sanedrón strictu sensu Cristo reserva en su
doctrina un papel eminente a las mujeres, aunque más que feminista y
propugnador de la ginecocracia o mujeres al poder él defendía su
promoción social.
Él
vino a sacar a las esclavas del harén, lo que nunca hicieron ni
Mahoma ni Confucio. Cristo era un “filogines” tolerante con las
mujeres según los principios de su judaísmo helenizante, muy
contrario al de los fariseos o los puros. Con esta comprensión hacia
la mujer mitigaba las rigurosidades de su nazarinato aún a costa de
escandalizar a los observantes del Mandato. Siempre restaura la
dignidad del “femíneo
sexu” fuente de
vida y de decoro. Todo un símbolo del amor y consideración que
depara el cristianismo hacia la mujer.
Me
embargan los sonidos melancólicos de un canto de resurrección ruso
andante ma non tropo:
-Vashe
baskreseñie, Bozhe, angeli paiut na nebii fsiej (Tu
resurrección, Señor la cantan los ángeles por todos los cielos y
anuncian su mensaje al mundo)
Judas
no pudiste ser tan malo como dicen. Con tu maldad de la que te
arrepentiste al final pusiste el granito de arena en la empresa de
nuestro rescate. No, la tumba no puede estar vacía, ni es verdad ese
infundio de la película El
cuerpo
(protagonista Antonio Banderas) rodada en Jerusalén hace más de un
lustro. Jesús. María y José. Esos alegatos descreídos –un
atentado todos los días contra nuestra fe, una patada en la
espinilla, un sopapo, como cuenta el evangelista en el pretorio (et
dederunt ei alapas)
que se liaron a hostias con Él, vaya- resultan un jarro de agua fría
a mis ideales.
recitaron
palabras vedadas y soltaron frases de escarnio. Nunca faltan
cantarranas. También lo escupieron [spuerunt],
sin embargo aquellos inmundos gargajos de ministriles y soldadesca
lavaron la culpa.
La
voz del diacono que hace de cronista en el canto de la Passio
suena certera y concisa. Sus ecos se elevan por los empinos de mi
catedral que trazaron el cartabón maravilloso y la plomada de Gil de
Hontañón. Gótico flamígero. Los ángeles portan los ecos por la
ortofonía sorprendente del templo. Hay un diablo grotesco que hace
cabriolas y se esconde por entre los ánditos del triforio. ¿A que
no me coges?... Hereje. Las tres Marías lloran al pie de la cruz. Y
la merdellona de la casa del gobernador continua haciendo preguntas a
tumba abierta, esta indiscreción desbocada de la familiaridad
domestica puede resultar mucho más obscena que el fornicio de las
prostitutas, al pobre discípulo desorientado buscando la grey. Murió
el pastor y se dispersaron las ovejas. Ya no hay rebaño Es el dogal
de la calumnia que aprieta el gañote de los ahorcados de la honra.
-
No te me despintas, tu cara me suena y tu acento de galileo y cara de
palurdo (los galileos eran los gallegos de Palestina) te delata. Yo
te acuso
-
Mulier, nescio quid dicis,-
contesta el apóstol timorato a la impertinente mucama que se dirige
a él con ese descoco, esa desfachatez diabólica de las fregonas de
Intendencia que no pegan un golpe a la escoba y se pasan toda la
tarde viendo a ver quien entra u quien sale, chismosas, garrulería
oliente, palabra ociosa, descuartizadoras de honras, abandonaron la
rueca, el tálamo, el escriño, para subir al púlpito y darle a la
lengua. Por una criada pudieron echarle a Pedro mano. Y a causa de
muchas de estas porteras soplonas mandaron a muchos pobrecitos en la
guerra civil. Las tiemblo como el pedrisco. Pasan toda la tarde estas
milanas detrás del mostrador, una de uniforme de ujier y la
siguiente su compañera de menestrala del escobón. A la otra potra
la han vestido de pardo como a las guardiesas de Buchenwald.
Uniformes
correajes de cop neoyorquino que dicen seguridad pero que te pasan la
pluma por el pico y llena el pasillo de advertencias, cámaras
ocultas en el elevador, vigilo yo te vigilo. ¿Y usted cuando se
jubila? Dicen que en su planta van a echar a cuatro cinco. Las
sumilleras del vestíbulo tienen bastante peligro, hola y adiós,
mejor nada de intimidades con estas prójimas, no está hecha la miel
para la boca del asno y nada de explicaciones.
-¿Cuándo
se muere?
-Pues
me moriré cuando lo quiera dios y a mí me dé la gana, vaya
pregunta.
-Et
tu cum Galileo eras?
Tú eras de los del equipo
-Nunca
tuve ideas políticas.
Están
maquinando maldades a todas horas pues son incapaces de verse
quietas. Rumruns, rumorees y rollos. Viven a la expectativa y así
van pasando sus tristes existencias, Calibran a bulto a los
personajes. Llevan un oficio en toda la tarde y dicen haber trabajado
mucho. Catate dellas que estas fregonas fueron las que quisieron
condenar a Pedro a las tinieblas exteriores y eran las que hacían
calceta en Paris mientras la guillotina no cesaba de partir cabezas.
Les pica la criija y el morbo. Y como no paren llevan mucha sangre
negra en las entrañas. Ríos de bilis manan de sus bocas. Fuentes
son del correveidile, sabedoras de todos los cuentos palaciegos,
todas las procacidades y no paran de darle a la húmeda. Celestineos
áulicos del poder, gorrones del contribuyente.
Cristo
perdonó pues andaba con ellas y con los recaudadores y publicanos
con los que alternaba en las tabernas a las meretrices pero condenó
a las sibilas y casandras y hubiera mandado quemar a las brujas que
vuelan por el mundo, esperpento diabólico, esparciendo mal de ojo y
maleficios. Sí, el demonio existe. Pero Jesús el gran titán de la
historia venció a los poderes del mal y se enfrentó al mundo. Toda
su vida fue un alzamiento contra el Establishment y el
convencionalismo. Por eso su mensaje perdura, otros han muerto. Y
todo empezó con un beso. El beso de Judas.
-Amigo
¿a qué has venido?
El
Maestro conocía su conspiración y sin embargo le llama amigo y le
devuelve el oscuro de paz. Ese shalom preceptivo entre los judíos.
Todos estos detalles nos sirven para sospechar que detrás de Judas
late una historia maravillosa, él también entraba contra el sistema
de los escribas y fariseos. El Sanedrín. El Caucus. La sala de
maquinas del portanaves. Los órganos deliberadotes. El gran Consejo
de Gerencia. Todo sigue siendo igual que en la Judea de entonces. El
mundo poco ha cambiado. Y a los escribas y fariseos (esa rueda
anarquista del Evangelio renueva la bola del mundo todos los días
poniendo las cosas patas arriba y el sistema boca abajo) que eran los
políticos, los periodistas, los prelados de entonces aunque dejó
bien claro y sentado: no
vengo a abolir la ley sino a reformarla.
Nada que ver con las fuerzas operativas externas del antisistema con
una filosofía tan humilde que quiso quedarse con nosotros convertido
en pan y en vino hasta la consumación del mandato de los siglos. Sin
vino no hay eucaristía, no hay catarsis, no hay evangelio. Judas
pertenecía a la facción de los fariseos. Siguió al Maestro tal vez
llevado por miras mundanas que no ocultaban tampoco el resto de los
Doce que eran hombres rudos, pescadores de Tiberíades que no habían
leído mucho. Iscariote empero debía de haber nacido en Jerusalén.
Sabía, versuto en Escrituras, de cuentas, en medio de aquella
partida de analfabetos del primer Cenáculo, y tenía cifradas sus
esperanzas, como la de tantos hijos de Moisés de su época, en la
llegada del imperio mesiánico. La barra de Israel será la férula
dominadora de los pueblos. Eso creían los que se pasaban de listos.
Los enterados. Era la tentación del Sionismo con que Dios prueba a
sus elegidos pero más que en la exaltación de la fuerza la grandeza
de Zion está en el Canto del Magníficat.
Et exaltavit humiles.
El que se humilla será ensalzado. Sin embargo, cuando escuchó en
boca de Jesús aquello de “mi reino no es de este mundo” y al
predicar el Sermón de Monte, la semilla de la duda prendió en él.
-Pero
¿qué dice este loco?
Se
rodeaba Jesús, por otra parte, de putas, publicanos y borrachos y
hasta puede que algún apóstol fuera maricón. ¡Qué se le va a
hacer! Nadie es perfecto ¡Qué escándalo para un fiel observante de
la Ley! Pero Judas también lo amaba como lo amaba Juan y la madre de
los hijos del Zebedeo que quería para sus dos vástagos un puesto de
privilegio en el reino. Mi reino no es de aquí. Que desilusión.
Judas cambió de chaqueta pero su decepción le torturó hasta el
final. Sentimientos encontrados de amor a aquel rabino maravilloso y
nada convencional que conocía la Ley mejor que nadie pugnaban por el
resultado. Su reino no era de este mundo y aquí entra en juego el
orgullo y el sentimiento dominador de todo israelita que se siente un
escogido (y seguramente lo es porque existen testimonios fehacientes
que lo avalan) y llamado a una gran tarea: la transformación de este
mundo. Era una misión política. Sin embargo en la Última Cena la
noche de Pascua el Señor decía cosas incongruentes a los oídos de
un zelote: un mandamiento nuevo os doy que os améis los unos a los
otros. Aquel tío – que se me perdone hablo en figura- estaba como
una cabra. Con la que estaba cayendo. Con la lucha sorda que llevaba
sus hermanos para emanciparse de la tetrarquía y de los fasces y el
lábaro de los soldados de Augusto. Por eso saltó la barrera y se
salió del grupo. Pese a todo, Judas se sentía tan ligado a Jesús
que su alma torturada no pudo resistir el recuerdo de la mirada del
Maestro cuando lo prendieron y se colgó de una viga. Desde entonces
a los que estudiamos un poco el sentido del mundo y conocemos las
flaquezas humanas el pensamiento y la memoria del Iscariotes nos
revierten a la Balada de los Ahorcados de Villon. Nadie condene a
Judas. Todos somos traidores y perjuros. En los últimos momentos
cuando Judas se debatía en la agonía vio una luz y escuchó, según
dice la tradición apócrifa, una voz que le convocaba al paraíso.
Esto es Jesús lo perdonó y el apóstol réprobo se salvó. Algunos
escriturarios dicen también que la negación de Judas no tuvo tanta
gravedad como la del apóstol Pedro que era el destinado a ser cabeza
de la Iglesia [otra vez la humana fragilidad y el barro con que está
construido el edificio] y demuestra que el mensaje de la redención
va mucho más allá de lo meramente humano. Pedro era un gallina. Lo
dejó empantanado, hizo en un arranque de valentía, un gesto como de
tirar de navaja cuando bajaron los del Sanedrín al huerto de los
Olivos con palos y con antorchas: “Domine,
et si percutimus gladio?
(Señor
¿sacamos la espada, quieres que vayamos a por ellos?
Y Jesús le respondió con una frase cincelaría:
-
Quieto. El que a hierro mata a hierro muere.
-
Tú estabas con ellos. Eras de su cuadrilla – insiste la fregona
del Pretorio. Pedro negaba con la cabeza ¿Y Tú eres el Hijo de
Dios? Tú lo has dicho. Et
statim gallus cantavit
Y de repente por vez tercera oyó el grito aleatorio el diacono en
tono perfuntorio y oficioso hacía la crónica de este acontecimiento
que para mí es el libro más maravilloso que jamás se ha escrito y
no una cábala que a muchos hizo ricos como pretendía un papa
Borgia, sino una verdadera historia en que se narra la visión del
mundo, se estudia la psicología y la clástica o frágil condición
humana. Y se diseña un plan soteriológico de vida y redención.
Es
el mayor canto épico que conocemos. Et
accésit ad forras et flébil amare
y Pedro consciente de su traición salió afuera del atrio donde los
militares, las criadas, los gariteros de la vigilancia nocturna en la
corte del pretor y los serenos contaban las incidencias de aquel
ajetreado día mientras se calentaban a la lumbre, lloró
amargamente. Judas también debió de llorar lágrimas amargas que lo
empujaron a cometer una locura. Era un hombre al fin y al cabo.
Cuentan que el pelirrojo físicamente era el que más se parecía a
Jesús del que era algo pariente. Hasta se ha llegado a suponer que
era hermano carnal de Jesús.
Y
los apócrifos especifican que en el ultimísimo trance tornó a la
grey y pudo de esa manera ingresar en el Paraíso junto a Dimas el
buen ladrón y a Gestas, al que también perdonó, lo mismo. Judas,
ego te absolví. Fuiste pieza imprescindible del engranaje de la
maquina de la salvación pero te convertiste en el malo de la
película. En antagonista, un ser humano lleno de dudas, vacilante,
sujeto a cometer errores.
Ego
te absolví.
La
gente anda pidiendo escaleras para subir al madero cantares del
pueblo andaluz, como canta la copla... y pronuncia tu nombre. Judas.
Judas. Nombre proscrito en los anales de la infamia. En los códigos
desterrados. Sobre el apóstol traidor mucho se ha escrito. Y mal. Ha
sido su perfidia cantada por los vates de todas las épocas, tema de
fondo recurrente en la paleta de los grandes pintores y fuente de
inspiración del arte de todas las épocas. En el clavicordio de mi
imaginación empiezan a sonar, lúgubres, las notas dela Pasión
Según San Mateo de Bach. ¿Verdaderamente traicionó a Cristo el
apóstol tornadizo?
Acabo
de leer un polémico que seguramente ha plagiado uno de los
bestseleristas en boga y que publica libros a barrisco. Sin embargo a
mí me parece un historiador pluriempleado del montón. La figura del
discípulo apostata y suicida vuelve a ser reivindicada. El libro que
yo tengo entre las manos en los días previos al Viernes de Dolores
es de un profesor de hebreo en una universidad germana: Pinchas
Lapide (1927) Cátedra de Exégesis bíblica en la universidad de
Frankfurt. Coloca algunos supuestos y estereotipos en tela de juicio.
Iscariotes no era más que el cajero, el organizador de la estructura
de las peregrinaciones, por así decirlo. El poder externo. Y
temporal. Lo contrario a Cefas. Pero Lapide va más allá afirmando
que Judas es la moneda de cambio para la propaganda antisemita que
corre como un reguero de sangre y de pólvora a través de toda la
historia.
En
cuanto tal, se trata de un personaje inventado por los evangelistas.
Lapide realiza una investigación exhaustiva de la palabra dinero en
el antiguo y en el nuevo testamento. En Mateo se habla de sículos.
¿Qué me dais si os le entrego? Responden los del Sanedrín: Treinta
sículos. El vellón que circulaba de mano en mano en los tiempos del
Galileo en la provincia romana de Palestina era de casi veinte clases
diferentes. El sículo pesaba como media onza. Tenía algo así como
º12 fracciones porque los hebreos desconocían el sistema métrico
decimal. Pero a la moneda que se refieren los otros tres evangelistas
es posterior. Los denarios empiezan a circular unos tres siglos más
tarde.
La
fuente de inspiración de los evangelistas es el libro de Zacarías:
“El hijo del Hombre será vendido por treinta monedas de plata”
haciendo todos ellos resaltar el cumplimiento de la profecía. Era lo
que solía valer un esclavo para el laboreo o una esclava moza para
el deleite en la catasta. Precio pues de la infamia. Iscariote
significa en hebreo el “hombre del puñal”. Esa semántica tiene
un sentido traslaticio o irónico de la misma forma que cuando los
españoles vamos a una fonda y pedimos la “dolorosa” (cuenta) al
camarero.
En
sentido estricto Judas significa ecónomo, director financiero,
banquero. El que manejaba los cuartos en aquella especie de kibbutz
ambulante establecido por el Galileo. Jesús pertenecía a la casta
de los nazarenos, una rama de los esenios, que vestían de luto
(morado), se dejaban crecer la barba, no probaban bebidas fermentadas
y se abstenían del comercio carnal con mujeres o a tiempo parcial o
perpetuamente como fue el caso del Bautista del que parece ser que
estaban enamoradas tanto Herodías como Salomé. La continencia de
esa forma va a ser uno de los puntos fundamentales de su predicación.
Tampoco creían los nazarenos en la propiedad privada. Vivían en
comunidad. Fueron la base del monacato. Ser perfectos como mi Padre
que está en los cielos lo es. He ahí el lema de Jesús. Como
nazareno a Jesús le estaba vedado rendir culto a Mamón el dios del
dinero.
A
lo largo de sus sermones fustiga la riqueza. El mensaje cristológico
adoraba a los adoradores de Bethel. Recordemos la parábola del
camello y la aguja. Pero Lapide se explica: es un error en la
colocación de una tau en el evangelio de Lucas. El copista desidioso
o poco avezado a los intríngulis del hebreo se equivoca y en vez de
maroma de aduja marinera lo traduce por camello. El Maestro, a decir
de este profesor, era un exaltado como muchos de los intolerantes
zelotes de la época. Que exageraban y eran muy radicales pero cuyos
dichos han de ser explicados en su justa medida y con regla. Cristo
fustigó el agio y la especulación pero justifica el uso moderado
del dinero.
-
“Dad
al Cesar lo que es del Cesar”.
Sin
embargo, lo cierto es que el discípulo más cualificado y competente
sucumbe a la tentación de la codicia y mete la mano en el cajón.
Los últimos descubrimientos arqueológico como los Rollos del Mar
Muerto o los incunables del Monasterio de Santa Catalina en el Sinaí,
al que denominan algunos junto con la Sabana Santa el Quinto
Evangelio, ofrecen ciertas peculariedades novedosas. Los textos no
son lineales ni se caligrafían de una misma mano, sino que ofrecen
tachaduras e intercadencias. Giros no coincidentes y hasta
equivocaciones de monto en la versión del hebreo al griego lengua
esta última en que se soporta todo el Nuevo Testamento, a decir de
Lapide.
¿Quién
era Judas? Ha sido un nombre de escarnio que ha alimento de la
columna contra el pueblo hebreo, una maquina de matar que no ha
matado hasta los hornos crematorios de Auschwitz. El pueblo judío
como tal – su clase dirigente tal vez- no fue responsable de la
muerte del Inocente. Judas simboliza esa inclinación homicida que
llevamos todos dentro. Somos envidia. Emulación. Mentira. Traidores.
Largamos demasiado llevados por la pasión. Taimados y adoradores de
Bethel y de dioses falsos. El duodécimo discípulo viene a ser una
especie de antagonista repulsivo pero pieza indispensable en el
argumento de la parábola y argumento necesario al cumplimiento de
los planes divinos sobre la redención.
Era
oportuno que un hombre muriese por el pueblo pero tambien se requería
la existencia de un traidor para consumar los planes divinos. Con esa
irrisoria suma fue comprada la economía de nuestra salvación Así
que Judas, la figura más importante de toda la soteriología al
revés, lo somos todos. Al final se ahorcó. Y su cadáver pingando
de la quima de un enebro es un espectro en la historia de la
humanidad. Algo macabro que nos persiga. Con las treinta monedas que
lanzó a la cara de los escribas y fariseos se compró el campo de
Haceldama. Un solar para construir, unos terrenos para edificar. Con
Judas empezó la especulación y a cundir los, una voz que acusa en
el silencio de los Campos de Haceldama, a lo largo de la historia
humano. Sus ecos instan a la penitencia, al perdón, al
arrepentimiento. Y esos campos de la sangre estarán siempre a
nuestro lado. Nunca perderemos de vista a la delación y a la
traición, a las guerras, a los homicidios, al hambre. A los pobres
pero Él nos prometió quedarse a nuestro lado de hombres que sufren,
aman y dudan, hasta el final.
Es
el gran Haceldama o real state que nos desborda y se nos puede ir de
las manos prometiendo destruir la vida y los paisajes. Ladrillo.
Cemento. Cartabón, hilera, adaraja y plomada.
-¿Y
qué me dais si os lo entrego?
-Treinta
denarios.
Era
lo que valía un polvo con cualquier esquinera meretriz de Jerusalén.
Los símbolos encajan perfectamente en el ideograma. Pero vayamos más
allá: por tan irrisoria cantidad de treinta sículos se puso en
movimiento la maquinaria de la redención. No hay mal que por bien no
venga. Algunos teólogos en una parenética ad hoc sobre la figura de
este galileo misterioso que según refieren las crónicas era
pelirrojo aducen que en el último momento, arrepentido, se salvó.
La misericordia de Dios es infinita y sus vias inescrutables. Dios
perdona a todo el que hace penitencia.
-¿A
todos?
-A
todos. Su vara de medir no coincide con nuestros patrones.
-Incluso
al carnicero de la Plaza de la Republica Dominicana?
-También
a Otegui lo absuelve aunque tendrá mucho que purgar. Judas es un
personaje que se repite a lo largo de los ciclos y de los tiempos.
Demuestra la existencia del mal. Judas, al igual que Jesús, también
se quedará con nosotros hasta la resurrección del último día.