ALCAHUETERÍA
Las meretrices en Roma vestían una mantilla corta ( p a l l o l l i u m) que las permitía distinguirse de la hembras honestas. Eran denominadas “lenas” y de ahí viene la palabra lenocinio o casa llana. Iban por la Vía Apia lanzando un grito parecido al aullido del lobo. Oh Roma pecatriz, Roma meretrix.
En España estaban obligadas a caminar con una falda de picos pardos. Siempre me interesó el tema de estas pobres mujeres que venden su cuerpo en la mayor parte no por vicio sino a causa de su condición de esclavas. Las más famosas eran las que procedían de Hibernia pelirrojas y el cuerpo salpicado de efélides o pecas pero también recababan un precio alto en la catasta o pase de modelos las nubias de raza negra y muy esbeltas. San Agustín estuvo enamorado de una negra etíope que le dio un hijo al que llamó Adeodato. Tuvo que renunciar a ese amor por oposición de su madre santa Mónica. He aquí que el gran padre de la iglesia lloró toda su vida aquel pecado de amor que jamás olvidaría y en sus Confesiones se refiere al gran servicio que prestaban estas mujeres a la república.
Esto es el oficio más antiguo del mundo carece de solución y de redención por muchos sermones que nos lancen los predicadores de vereda, las disposiciones de los gobiernos o las penas de cárcel y malos tratos a que eran sometidas y escarnecidas. Por desgracia la prostitución y el uranismo han subido enteros desde la irrupción del Feminismo Radical que vienen cantando el Sí de las Niñas que es un No. O sí o qué se yo. La sexualidad femenina es insaciable, el doctor Marañón decía.
En Israel no podían entrar en Jerusalén. Montaban sus lupanares de campaña en tenderetes a las puertas de la Ciudad Santa y por la pascua hacían gran negocio a riesgo de ser apedreadas por orden del sanedrín como nos cuentan los santos evangelios. Cristo magnánimo y tolerante las compadecía: “el que esté limpio de pecado que tire la primera piedra”. Aunque su misericordia no acabaría con la frome generada por el poder del instinto reproductor y no hay que olvidar que el hombre es un mamífero pues así Dios lo creó.
Durante la edad media europea se las emplumaba o se las rapaba el pelo al cero (decalvación).
En el Fuero Juzgo se hace pagar a los usuarios de las coaxcas o casas de tolerancia multa de diez maravedíes e impone el destierro de la villa a las rameras reincidentes. A los clérigos a pesar de que el Concilio de Elvira en el siglo VII se establece el celibato como norma dicho protocolo nunca se llevó a cabo hasta muchos años después del Concilio de Trento. En sus canónes existe una disposición que permite a los párrocos de aldea permite una barragana pero no dos. Ítem más, y en resumidas cuentas la actitud de los españoles en materia sexual ha sido libérrima.
La palabra “puta”, “cojones” y “joder” no se nos cae de la boca. Leer al Arcipreste de Hita o Delicado Baeza que aborda el espinoso asunto de las diez mil meretrices que ejercían el oficio por las calles del Vaticano nos apunta una guía de como estaban las cosas a tal respecto. En materia dogmática la Inquisición era implacable pero muy laxa en lo referente a las relaciones carnales. Roma pecatriz.
Yo lo expongo sobre mi libro en el que descubro quien fue el autor del Lazarillo de Tormes: un cura segoviano que ejercía de médico y lo fue de cabecera del papa y del emperador: Andrés Laguna.
Sólo en los primeros años de la Dictadura franquista los censores se mostraron muy tioquismiquis. No se pudo publicar la “Colmena” de Cela en España y a la “Fiel Infantería" de Rafael García Serrano; el primado de Toledo un catalán el obispo Pla y Daniel le puso el veto. Luego el Regimen abrió la mano El puterío en la actualidad campa a sus anchas por las redes sociales siendo el principal artículo de consumo en Internet.
A mí me parece mucho más peligrosa la cretinización que se practica en política. El periodismo se ha convertido en los pepitos grillos del “telecinquismo” comidillas de quien se acuesta con quien y con quien se levanta quien se divorcia y el hedonismo como factotum. Las señoras putas que se ganan la vida dando un poco de amor y de sexo al que lo ha menester no me parece tan condenable aparte de ser un problema sin solución. Este alcahuetería pervierte a nuestros jóvenes. Se masca en el ambiente. Pongamos una vela a santa Nefrisa que practicaba la caridad en grado extremo y jodía de balde.
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