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martes, 8 de julio de 2025

 

DICK EMERY EL LONDINENSE DEL BARRIO JUDIO QUE FUE LA GRAN CARCAJADA DE INGLATERRA

 

La magia de youtube me hizo retroceder medio siglo en el tiempo. Todavía resuenan a la recherche du temps perdu las risas de aquellas tardes de invierno frente al televisor en blanco y negro.

Suzi me había preparado la cena y yo llegaba cansado de trabajar en la universidad de York o de las clases de la escuela y allí estaba él pequeño ojos penetrantes y taladradores como un berbiquí y una verdadera garlopa para cepillar la mala madera de los pensamientos negativos la incertidumbre de mi empleo, el miedo al futuro ¿qué sería de la hija que nos iba a nacer? Our Helen.

Dick Emery fue el mejor humorista de todos los tiempos.

A Charlot lo dejaba atrás y ganaba por media cabeza en esa competición a Alf Garnett otro castizo del barrio judío el cual anunció que no habría navidades aquel año de gracia de 1973 “porque la Virgen María tomaba la píldora”.

 Benny Hill era otro de los grandes de aquella BBC de los años setenta que fueron los mejores de nuestras vidas. No había odio en los rostros sino sonrisas.

Era la old merry England abriéndose al futuro que perdía el imperio y arrostraba los tiempos difíciles a veces de chácharas insustanciales y tazas de té.

 El acento cockney de estos gigantes de la sátira era difícil de seguir.

─Las burradas de Alf Garnet se conjugaban con la sutileza de los gags de mister Emery cuando impresionaba al vicario con los dientes de burro, a la solterona más fea como un demonio que no querían que la llamasen madam sino miss y trataba de tumbarse al electricista o al lechero un mito sexual en aquellos tiempos. Dick conseguía personajes perfectos como el de la núbil señora entrada en carnes y en años que llevaba mal lo de haberse quedado para vestir santos.

O el vejete cascarrabias que vive con sus hijas, refractario a quedarse en un asilo.

Oh you are aweful but I like you

Acto seguido le arreaba un bolsazo a su interlocutor.

Benny Hill aparecía com su cara de colegial noughty boy, deliciosas travesuras y alguna mariconada, rodeado de gachís despampanantes. Estábamos en los tiempos de la minifalda, la píldora anticonceptiva, bombas en Belfast pero sin guerras- nadie hablaba de guerras ni de holocaustos.

El antisemitismo había sido suprimido por falta de quórum. Tiempo feliz. Sin embargo, Dick Emery 1915-1983 tenía una cara oculta.

Fuera de la escena era antipático, presuntuoso, cruel con su familia, presumido y muy putero, se casó seis veces. Un womanizer de siete suelas. No fue un tipo feliz. Visité su tumba en el cementerio de Bishop´Storford. Estaba abandonada. Una estela funeraria sin cruz y sin flores. Bendita sea su memoria de aquellos tiempos que no volverán y recuerdos de aquel amor que sólo pasa una vez en la vida de aquella Suzanne mi primera esposa que estará presente en mi imaginación hasta que cierre los ojos

martes, 8 de julio de 2025

miércoles, 2 de julio de 2025

 

PRAVEDAD DE MATERIA

 

MI ACCIDENTADA CONFESIÓN AURICULAR EL PENITENCIARIO ME NIEGA LA ABSOLUCIÓN

 

VUELVO A CONFESARME DESPUÉS DE DIEZ AÑOS ALEJADO DE SRI

 

No es que me haya alejado de la iglesia pero circunstancias largas de explicar y la entronización del papa Prevost (un pontífice como Dios manda) me empujaron a arrodillarme ante el tribunal de la penitencia.

Otro aliciente: esta pascua de resurrección y de pentecostés (Pfingstein lo llaman los germanos) he sentido aletear la paloma del Espíritu Santo a mi alrededor. 

Para “descargar el saco” opté por acudir al penitenciario de la catedral de Segovia, don Crescente, que era de mi curso, contemporáneo y compañero de seminario. 

Le recuerdo bien no muy grande de talla pero fuerte como un quejigo jugando a la pelota pegaba unos mangazos que eran como disparos contra el frontón de la torre Carchena esto es el paredón del cine Cervantes que decíamos la huerta del seminario. 

Le pedí cita en la capilla del Cristo que remata la nave del crucero de la última catedral gótica. Una tarde de mayo me arrodillé ante aquel cajón prestoso que llaman tribunal de la penitencia para despachar mi confesión auricular diferida tanto tiempo.

No sabía cómo empezar la declaración de mis culpas, pero ¿Qué pecados se pueden cometer a los 81 años?

─Ave María purísima

─Sin pecado concebida ¿Qué te trae por aquí, Antoñito?

─Pues vengo a confesarme contigo, Crescentín

─¿Cuánto hace que no recibes el sacramento?

─Más de tres lustros

Noto al penitenciario revolverse alarmado en su asiento detrás de la rejilla. Suspira, se hace un largo silencio y después dice:

─Tres lustros son quince años

─Cabales.

−En Sevilla y en Linares veinte mulas son diez pares. ¿Perdiste la fe, Parrita?

─Quiá. Sigo en mis trece con los viejos misales y rezo El oficio divino del rito de San Pió V.

─Fue abolido

─Por eso mismo y me hice ortodoxo ruso, en Londres fui ordenado diácono por el metropolitano Antonio

─Qué disparate, pero Xto lo perdona todo. Además, veo que obraste con rectitud de intención.

─¿Vas a misa?

─La rezo en casa

─Esas misas no te valen. ¿No te acuerdas de lo que nos enseñaba don Demoque,  ¿te acuerdas de nuestro porfesor de Moral? Mi predecesor en el cargo que era un experto canonista. Las leyes no te las puedes saltar a la torera, están ahí.

─A ver: cuarto mandamiento ¿Honraste padre y madre?

─Les ayudé en lo que pude. De joven entregaba todo lo que ganaba en casa y de mayor cuidé de ellos hasta que fueron viejos. Pero ellos me devolvieron mal por bien, yo era la oveja negra de la familia. Me salí del seminario y eso jamás me lo perdonó mi madre.

─Bueno, eso ocurre en las mejores familias. A ver el quinto. ¿Mataste o heriste de palabra u obra a un semejante?

─Ganas me dieron de matar a más de uno, padre, pero me contuve y en lugar de agredir a los que me agredían o difamaban traté de volver la otra mejilla.

─Bien. El sexo mandamiento. ¿Cometes actos lujuriosos?

─Que cosas tienes, Crescente. A estas alturas, ya somos más viejos que san Hilario. Castos a la fuerza. Me operaron de la próstata y fue como una emasculación química. Sin embargo, la vista y el oído son los últimos en morir aunque poco puedan pecar y a mí me gusta consultar las páginas porno de internet

─Ay, Dios, pero ¿Qué cosas dices, pues? Eres un hombre casado.

─Sí, pero mi parienta anda a lo suyo, se cansó de mí y yo me alivio de mis cuernos entrando en esos chats infames donde toda suciedad encuentra un hueco. En las salas del Desnudo veo cómo se masturban las mujeres de medio mundo, se meten el dedito en el culo, vuelven la vista y eyaculan espuma por la vagina. A mí no es que me solace esto. Es que siento horror. Porque se cumplen las profecías de Sodoma y Gomorra al alcance de un clic con esas pelanduscas.

Las peores, las más hernecidas, duchas en la felación, el sexo anal son las rusas, el beso negro, etc. Estoy por decirte que casi me enamoro de una. Una siberiana guapísima. Aparece en su portal, luego cierra la ventanilla cuando es requerida de amores por alguno de sus lujuriosos solicitantes para un privado exclusivo. Regresa al cabo de un cuarto de hora todo despeluzada y dando la impresión de que el cliente de turno la ha dado una paliza, luciendo moratones en nalgas y pechos.

─Uy por Dios y esa porquería miras

─Se llama Estrella y yo trataba de convertirla hablándole de las penas del infierno. Me escuchaba una vez que parlamenté a Estela con atención y luciendo una cara virginal con aire de no haber roto nunca un plato; atenta me escuchaba al otro lado de la pantalla. Le hablé de que la prostitución es no solo peligrosa para la salud del alma sino del cuerpo también. Todo en vano. Oídos de mercader. Las que caen en ese abismo no pueden ser redimidas. Les puede el vicio. Son adictas al sexo. Le hablo como diacono de la iglesia rusa pero por toda respuesta me mostró un gran cipote de plástico y dijo una blasfemia: "este es mi Dios". 

Fue vendida por un macarra judío y acabó en Estambul en un lupanar, pero consiguió regresar a San Petersburgo donde se gana la vida haciendo la carrera. Sexo cibernético.

─Esta Estrella, Crescente, ilumina los cielos tenebrosos del terror del milenario.

─Pero hombre, querido colega, ¿cómo te metes en esos tinglados pecadores?

─Porque tengo órdenes sagradas bizantinas y porque soy periodista y me gustaría anunciar a la juventud de los peligros de estas corrupciones, de estas perdidas que se ganan la vida con el clitoris.

─Esas pobres mujercillas acabarán en la cárcel, el hospital o la calle

─Sí ciertamente. Vosotros los que os quedasteis en el seminario ─le digo a mi antiguo colega─ no sabéis la fuerza que tiene el diablo y yo donde me ves soy un luchador contra la bestia. El argentino que acaba de morir trabajaba para la sinagoga, los malos de esta película.

─¿Cómo te atreves...?

Mi confesor frunce el ceño indignado, percibo su enojo, espero una de aquellos guantadas de cuando jugaba al frontón; tarda de reaccionar unos minutos para concluir:

Roma locuta, causa finita. No te puedo dar la absolución

─¿Por qué?

─Pravedad de materia. Es decir, que el pecado es demasiado gordo. Has de recurrir a otras instancias, al papa, por ejemplo. Renegaste de tu fe.

─Jamás. Sólo cambié de rito. Del latino por el griego

─Pero los cánones son los cánones, Parrita. No te cabrées

─Sí me cabreo y me indigno, pero para tí la perra gorda que para eso eres el penitenciario de esta diócesis.

 El viejo penitenciario Crescente al que yo tanto apreciaba cuando éramos latinos y jugábamos al fútbol en Baterías aquel viejo campo de tierra lleno de guijarros, me despide con cajas destempladas y yo estoy a punto de mandarle a tomar por culo, pero aprieto las cuentas de mi rosario y me voy que bufo.

 Dios los perdone a él, a la puta,  y a una iglesia que no ha sabido estar a la altura en su lucha contra el diablo. Esperemos que el papa León XIV retorne a la iglesia de Roma por donde solía. Amén. Mi exmologesis acabó como el rosario de la aurora. ¡Mira que negarme la absolución cual si fuese yo un hereje; así pagas nuestra amistad, Crescente, de cuando íbamos juntos en la terna a pegarle patadas al balón en el campo de Baterías! Pues métete tu absolución por donde te quepa. Ego te absolvo a peccatis tuis... Pienso para mi consolación que ciertos sacramentos no son dogmas ni imprimen carácter; son meros símbolos convencionales y que sólo Cristo puede perdonar los pecados. No un cura inepto mal encarado y gilipollas.

 

 

martes, 1 de julio de 2025

 VUELVO A CONFESARME DESPUÉS DE DIEZ AÑOS ALEJADO DE SRI

 

No es que me haya alejado de la iglesia pero circunstancias largas de explicar y la entronización del papa Prevost (un pontífice como Dios manda) me empujaron a arrodillarme ante el tribunal de la penitencia.

Otro aliciente: esta pascua de resurrección y de pentecostés (Pfingstein lo llaman los germanos) he sentido aletear la paloma del Espíritu Santo a mi alrededor. 

Para “soltar e saco” opté por acudir al penitenciario de la catedral de Segovia, don Crescente, que era de mi curso, contemporáneo y compañero de fatigas. 

Le recuerdo bien no muy grande de talla pero fuerte como un quejigo jugando a la pelota pegaba unos mangazos que eran como disparos contra el frontón de la torre Carchena esto es el paredón del cine Cervantes que decíamos la huerta del seminario. 

Le pedí cita en la capilla del Cristo que remata la nave del crucero de la última catedral gótica.

No sabía cómo empezar la declaración de mis culpas pero ¿Qué pecados se pueden cometer a los 81 años?

─Ave María purísima

─Sin pecado concebida ¿Qué te trae por aquí, Antoñito?

─Pues vengo a confesarme contigo Crescentín

─¿Cuánto hace que no recibes el sacramento?

─Más de tres lustros

Noto al penitenciario revolverse alarmado en su asiento detrás de la rejilla. Suspira, se hace un largo silencio y después dice:

─Tres lustros son quince años

─Cabales.

−En Sevilla y en Linares veinte mulas son diez pares. ¿Perdiste la fe, Parrita?

─Quiá. Sigo los viejos misales y rezo ─

El oficio divino del rito de San Pió V.

─Fue abolido

─Por eso mismo y me hice ortodoxo ruso, en Londres fui ordenado diacono por el metropolita Antonio

─Que disparate pero Xto lo perdona todo. Además veo que obraste con rectitud de intención.

─¿Vas a misa?

─La rezo en casa

─Esas misas no te valen. ¿No te acuerdas de lo que nos enseñaba don Demoque, mi predecesor en el cargo que era un experto canonista. Las leyes no te las puedes saltar a la torera, están ahí.

─A ver cuarto mandamiento ¿Honraste padre y madre?

─Les ayudé en lo que pude. De joven entregaba todo lo que ganaba en casa y de mayor cuidé de ellos pero ellos me devolvieron mal por bien, yo era la oveja negra de la familia.

─Bueno, eso ocurre en las mejores familias. A ver el quinto. ¿Mataste o heriste de palabra u obra a un semejante?

─Ganas me dieron, padre pero en lugar de agredir a los que me agredía o difamaban intentó olvidar agravios.

─Bien. El sexo mandamiento. ¿Cometes actos lujuriosos?

─Que cosas tienes, Crescente. A estas alturas, ya somos más viejos que san Hilario. Castos a la fuerza. Me operaron de la próstata y fue como una emasculación química. Sin embargo, la vista y el oído son los últimos que pecan y a mí me gusta consultar las páginas porno de internet

─Ay, Dios pero qué cosas dices pues? Eres un hombre casado.

─Sí pero mi parienta anda a lo suyo, se cansó de mí y yo me alivio de mis cuernos entrando en esos chats infames donde toda suciedad encuentra un hueco. En los masturbatorio veo como se masturban las mujeres de medio mundo, se meten el dedito, vuelven la vista y eyaculan espuma por la vagina. A mí no es que me solace esto. Es que siento horror. Porque se cumplen las profecía de Sodoma y Gomorra al alcance de un clic.

Las peores, las más hernecidas, duchas en la felación, el sexo anal son las rusas. Estoy por decirte que casi me enamoro de una. Una siberiana guapísima.

 Aparece en su portal luego cierra la ventanilla cuando es requerida por alguno de sus lujuriosos solicitantes para un privado.

Regresa al cabo de un cuarto de hora todo despelujada y dando la impresión de que el cliente de turno la ha dado una paliza luciendo moratones en nalgas y pechos.

─Uy por Dios y esa porquería miras

─Se llama Estrella y yo trataba de convertirla hablándole de las penas del infierno.

 Me escuché con atención y luciendo una cara virginal con aire de no haber roto nunca un plato. Le hablo de que la prostitución es no solo peligrosa para la salud del alma sino del cuerpo también.

Le hablo como diacono de la iglesia rusa pero por toda respuesta me mostró un gran cipote de plástico y dijo una blasfemia este es mi Dios. Fue vendida por un macarra judío y acabó en Estambul en un lupanar pero consiguió regresar a San Petersburgo donde se gana la vida haciendo la carrera. Sexo cibernético.

─Esta Estrella, Crescente, ilumina los cielos tenebrosos del terror del milenario.

─Pero hombre, querido colega, ¿cómo te metes en esos tinglados pecadores?

─Porque tengo ordenes sagradas bizantinas y porque soy periodista y me gustaría anunciar a la juventud de los peligros de estas corrupciones, de estas putas.

─Esas pobres mujercillas acabarán en la cárcel, el hospital o la calle

─Sí ciertamente. Vosotros los que os quedasteis en el seminario ─le digo a mi antiguo colega─ no sabéis la fuerza que tiene el diablo y yo donde me ves soy un luchador contra la bestia.

Mi confesor frunce el ceño y tarda de reaccionar unos minutos para decir:

─No te puedo dar la absolución

─¿Por qué?

El viejo penitenciario Crescente. El Crescentín, al que yo tanto apreciaba cuando éramos latinos y jugábamos al futbol en Baterías aquel viejo campo de futbol, me despide con cajas destempladas y yo estoy a punto de mandarle a tomar por culo pero aprieto las cuentas de mi rosario y me voy que bufo.

 Dios los perdone a él, a Estela, a una iglesia que no ha sabido estar a la altura en su lucha contra el diablo. Esperemos que el papa León XIV retorne a la iglesia de Roma por donde solía. Amen. Mi exomologesis acabó como el rosario de la aurora. Pienso para mi consolación que hay sacramentos que nos son dogmas sino meros símbolos y que sólo Cristo puede perdonar los pecados. No un cura inepto mal encarado y gilipollas.

 

martes, 1 de julio de 2025

lunes, 16 de junio de 2025

 ENTRE PINTO Y VALDEMORO

 

Por cuestiones familiares y por cierta querencia y amor que profeso a la Guardia Civil voy con frecuencia a Valdemoro histórico lugar donde estaba emplazado un castillo. Allí fue presa la princesa de Eboli. Es tierra seca de olivares, alguna huerta y secarrales, buen vino tenía en tiempo de los romanos y como su propio nombre indica estuvo bajo dominio árabe. Sin embargo Pinto al otro lado de la carretera de Andalucía era cristiano desde mucho antes y de ahí viene el refrán que define el carácter y la vida española de estar entre Pinto y Valdemoro esto es así, así. Ni fu ni fa. Hemos pasado sí pero con pelos en la gatera. En Valdemoro en su iglesia renacentista fue bautizado mi nieto mayor Mario y su hermana Laura. Mario es un crack de las matemáticas, ha terminado el curso con todas las notas sobresalientes, cumplirá los quince este año el día de Santiago y está en trámites para ser fichado como portero por un club de juveniles local.

A mi Lauri ─yo la  llamo la princesita de Valdemoro─ cuando recibió las aguas del bautismos por un curita muy majo, la elevó ante el altar de la Virgen María.

Yo capté ese instante histórico en una foto y lo guardo en mis archivos de abuelo orgulloso.

Porque ambos nietos, acogidos de por vida bajo el manto de Nuestra Señora, serán bendecidos.

 En el trasaltar de la iglesia de Valdemoro resplandecía un cuadro de san Felipe Neri atribuido a Goya y en el cancel se reclinaba, arrinconada e inservible, la melena de una campana que debió de ser enorme.

Sólo quedaba la leña, el bronce se fundió para fabricar balas en la guerra civil pues allí en esa iglesia que tenía esa campana gorda de un badajo poderoso cuyos sones al tocar a misa se oían hasta en Toledo me hubiera gustado tener mi cantemisa que nunca fue.

Así pues, entre Pinto y Valdemoro se casaron mis  hijos Antonio y Marta. Y fue  cristianada la prole que nos dieron. Como va dicho.

A la salida del pueblo había un arroyo que delimitaba la jurisdicción de ambos concejos.

Una noche ─ cuenta la leyenda─ venía un labrador a su hogar desde Pinto a Valdemoro, después de las fiestas de la Virgen del Rosario, y subía cargado de mosto y algo piripi, tras haber alternado con los de su cuadrilla.

 Conque saltando de un lado al otro del rio se decía  a sí mismo el beodo: “estoy en Pinto jijí”. O bien, “estoy en Valdemoro jajá” y ese es el origen del nombre morisco de la localidad.

Los españoles, ya digo, siempre andamos entre Pinto y Valdemoro. Así, así. Pasar pasamos pero con pelos en la gatera.

 Es una especie de statu quo nacional.

Si te lo saltas, vienen los líos. Un pueblo con alcurnia hidalga pero de mucha mezcolanza, hijos de muchas leches, y harto aguerridos: con tres componentes étnicos o tres sangres. Cristianos, moros y judíos.

Los moros eran los currantes, los judíos los negociantes y los cristianos trabajadores de sol a sol y propietarios pero aquí los que mejor vivían los curas.

Pegabas un saltito como los de la comba, en Pinto. Pegabas otro y en Valdemoro pero ay de ti como perdieras el equilibrio. Caías de culo en el charco.

Efectivamente somos la nación del statu quo. No rompamos la baraja.

Paso corto vista larga y ojo al cristo que es de plata o bien ojos de halcón, paso de lobo y hacerse el lobo que dicen los de la Benemérita. Un sabio consejo de su fundador el Duque de Ahumada.

lunes, 16 de junio de 2025

viernes, 13 de junio de 2025

 TRUMP NO FUE A VIETNAM Y NETANYAHU NO HIZO LA MILI POR SER HIJO DE VIUDA

 

SOY de la generación del 68 los que íbamos a las sentadas estudiantiles y nuestro grito preferido era:

Make love no war

Recerdo que en la facuiltad de letras me hic e amigo de un neoyorquino de origen ucraniano matriculado en Filosofía que se “fumaba” casi todas las casas y el día que venía llegaba borracho o con resaca después de una noche de juerga. Se llamaba Boris.

─¿Por qué estás acá. Boris?

I am here for the beerI like Spanish señoritas. No quiero ir a Vietnam.

A la sazón los valientes soldados de Ho Chi Minh escondidos debajo de las piedras o en un ribazo del delta del Mekong les estaban dando pálpelo a los prepotentes gringos. Todos los días aterrizaban en las bases americanas aviones onerarios cargados de ataúdes de soldados caídos en combate. Nixon se enfrentó al Watergate que acabaría con su mandato y Johnson dimitió pero Trump… ¿Dónde estaba Trump en los 60? pues divirtiéndose en los spikiisis neoyorquinos y ganando mucho dinero con sus turbios negocios. El soborno (el tipo es un tramposo y no hay que fiarse de él) lo libro de ir a filas. ¡Qué casualidad! Ahora Trump se ha convertido en el presidente más abrasivo y belicoso de los USA. Con respecto a Netanyhahu, otro que tal. Su perfil no es nada castrense. Es hijo de un historiador sefardí que evolucionó a un sionismo sin contemplaciones. La tierra de Israel es nuestra. Nos la dio Dios. Humildemente creo que Jehová no se mete en tales cosas y debe de estar que trina en las alturas del Sinaí viendo cómo sus elegidos se dedican a degollar niños o a pelear con un enemigo tan fuerte como Irán el sucesor de Babilonia que siempre lo derrotó. Tipos como estos son deleznables. Organizan una guerra para que mueran otros. Se me olvidó Zelenski el más abominable de los tres

jueves, 12 de junio de 2025

DEL SEXO Y DEL PODER NO SE LIBRAN LOS ECLESIASTICO. ELLA ERA UNA ARISTOCRATA INGLESA PERO TAMBIEN UNA BARRAGANA DE CURA O MULA DEL DIABLO. UN CRIMEN QUE CONMOVIÓ A INGLATERRA EN EL SIGLO XIV (del diario DIE WELT)

 ASESINATO DE HACE 700 AÑOS

Después de la oración de la tarde, los asesinos apuñalaron con sus dagas

Estado: 08:01 Tiempo de lectura: 5 minutos
Representación de la predecesora del siglo XIV de la Catedral de San Pablo, una catedral en Londres, Inglaterra, Reino Unido, Europa.
Monumento londinense del siglo XIV: predecesor de la Catedral de San PabloFuente Picture Alliance/ImageBROKER/Heinz-Dieter Falkenstein

Un caso de asesinato de casi 700 años de antigüedad ocurrido en Londres combina poder, moralidad y venganza en la Edad Media. Se centra en la aventura de un sacerdote con una noble que se negó a ser humillada. Investigadores han reconstruido este sangriento crimen.

Es un caso digno de un thriller histórico, solo que ocurrió hace casi 700 años: en 1337, el sacerdote John Forde fue asesinado en una calle cercana a la Catedral de San Pablo en Londres, aparentemente por orden de una noble que previamente había sido humillada públicamente por la Iglesia. Este es el hallazgo de un equipo de investigación dirigido por la Universidad de Cambridge, un investigador británico que examina sistemáticamente los homicidios medievales . El nuevo análisis se ha publicado en la revista "Criminal Law Forum".

"Se trata de un asesinato encargado por una figura destacada de la aristocracia inglesa. Fue planeado y a sangre fría, llevado a cabo por un familiar y confidente cercano, lo que sugiere firmemente un motivo de venganza", afirmó Manuel Eisner, líder del proyecto, del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge.

El asesinato de Forde forma parte de los "Mapas de Asesinatos Medievales", un proyecto de cartografía digital que examina cientos de crímenes violentos en la Inglaterra del siglo XIV. Los investigadores se basan en los llamados "registros forenses": informes en latín de los jurados sobre muertes repentinas o no naturales. En este caso, las pistas condujeron a una mujer extraordinaria: Ela Fitzpayne.

Un romance con un sacerdote y una picota pública

Fitzpayne no solo era una noble, sino que también estaba involucrada en negocios turbios. Mantuvo una aventura con el clérigo John Forde, pastor de una aldea ubicada en las tierras de su familia. En 1332, el entonces arzobispo de Canterbury, Simon Mepham, escribió al obispo de Winchester, acusando a Ela Fitzpayne de numerosas relaciones sexuales: «con caballeros y otros hombres, tanto solteros como casados, e incluso con clérigos en ejercicio de la santidad».

FOLLETO - Lugar del asesinato de John Forde, tomado de los «Mapas de Asesinatos Medievales». Crédito: Mapas de Asesinatos Medievales. Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge y el Historic Towns Trust.
La escena del asesinato: John Forde fue asesinado en Cheapside, una concurrida calle del Londres medieval.Fuente Mapas de asesinatos medievales. Universidad

Como castigo, fue excomulgada, se le prohibió llevar joyas y se le ordenó caminar descalza por la nave de la Catedral de Salisbury cada otoño durante siete años, cargando una vela de cera de dos kilos, un acto público de penitencia que la deshonraría profundamente como mujer de rango. Forde, por otro lado, aparentemente se libró de cualquier castigo eclesiástico.

«El arzobispo impuso a Ela una penitencia pública severa y humillante, un castigo que aparentemente ella no reconoció, pero que bien pudo haber despertado su sed de venganza», dijo Eisner. «En particular porque John Forde logró evadir el control de la Iglesia».

De amante a traidor

Además, años antes del asesinato, Fitzpayne, su esposo Robert y Forde fueron acusados ​​de un delito conjunto. Según los documentos, el trío asaltó un monasterio benedictino en 1321, destruyendo edificios, talando árboles y llevando docenas de ganado vacuno, porcino y ovino a la finca familiar.

"John Forde pudo haber tenido lealtades divididas", declaró Eisner. "Una hacia la familia Fitzpayne, quienes probablemente eran mecenas de su iglesia y le habían otorgado el cargo. Y la otra hacia los obispos, quienes, como clérigos, tenían autoridad sobre él".

El equipo de investigación sospecha que Forde confesó su romance con Ela por miedo o por oportunismo, lo que provocó su humillación a manos de la iglesia. Eisner comentó: «La humillación pública puede ser tóxica: genera ira y vergüenza, que con el tiempo se transforman en deseo de violencia. En el caso de Ela Fitzpayne, esto pudo haber motivado un intento de asesinato».

Asesinato en plena calle: una señal de poder

El 3 de mayo de 1337, se cometió el asesinato: John Forde caminaba con un compañero sacerdote por la concurrida calle Cheapside después de la oración vespertina cuando cuatro hombres lo atacaron. Hugh Lovell, hermano de Ela Fitzpayne, le cortó la garganta con una daga, mientras que dos antiguos sirvientes de Fitzpayne lo apuñalaron en el estómago. El asesinato tuvo lugar a plena luz del día, entre transeúntes.

"La naturaleza del asesinato —público, brutal, simbólico— recuerda a los asesinatos políticos que vemos hoy en países como Rusia o México. Es una demostración de poder", dijo Eisner.

Según el proyecto de Cambridge, Westcheap, el lugar del crimen, era un auténtico foco de violencia en el Londres medieval. Comerciantes, artesanos y miembros de gremios se reunían allí, a veces a puñetazos. Además de las discusiones espontáneas, se producía un sorprendente número de asesinatos por venganza.

FOLLETO - Ilustración de las cartas del arzobispo de Canterbury al obispo de Winchester sobre Ela Fitzpayne, extraídas del registro de John de Stratford. Reproducida con autorización de los Archivos de Hampshire y el Consejo del Condado de Hampshire.
Copia de las cartas del arzobispo de Canterbury al obispo de Winchester. Se refiere a Ela Fitzpayne.Fuente Registro de John de Stratford

El jurado del asesinato de Forde estuvo compuesto por 33 hombres, una cantidad inusualmente alta, lo que indica la naturaleza explosiva del caso. Aunque se nombró a los perpetradores, supuestamente nadie conocía su paradero. «Una familia de la aristocracia, y supuestamente nadie conoce su paradero. Eso es poco creíble», comentó Eisner. «Típico de la justicia clasista de la época».

Solo un perpetrador fue acusado y encarcelado años después. Ela Fitzpayne permaneció impune, al igual que su esposo Robert, con quien permaneció casada hasta su muerte en 1354. Heredó toda su fortuna.

Chantaje, sexo y venganza

La publicación en línea de los archivos de la investigación, las cartas y una serie de podcasts hacen ahora del caso de John Forde un vívido ejemplo de luchas de poder, política moral y retribución personal en la Inglaterra medieval.

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En conjunto, estos registros apuntan a una historia de chantaje, sexo y venganza que revela tensiones entre la Iglesia y las élites inglesas, que culminaron en el asesinato, casi mafioso, de un hombre de Dios caído a manos de una banda de asesinos medievales —concluyó el criminólogo Eisner—. Y añadió: «Una mujer en la Inglaterra del siglo XIV que asaltó monasterios, desafió abiertamente al arzobispo de Canterbury y planeó el asesinato de un sacerdote. Ela Fitzpayne parece haber sido muchas cosas, incluyendo una persona extraordinaria».

dpa/rc