I LOVE NEW YORK. NEW YORK. AMO LA LIBERTAD
Antonio Parra
Nueva York transforma, contamina, sublima y a la vez
rebaja al estado cero. El hombre se siente hormiga y gigante a un mismo tiempo.
Repele y rechaza a la vez. A mí creo que me rechazó pero releyendo algunos de
mis apuntes y crónicas de entonces e interesado por los artículos en el “País”
de Elvira Lindo, corresponsal allí, la cual hace un periodismo ágil audaz y a
la vez procaz que escandalizará a los reaccionarios y los/las que consideran el oficio de escribir un eterno
mirarse en el ombligo y enjabonarse unos a otros –los artículos de la Lindo yo
los pondría como paradigma de los ejercicios de estilo y de lo que debe ser
esta profesión, si no vale oiga, dedíquese a otra cosa-dentro de la urna de cristal,
pues a algunas debajo de la pluma se les notan los correajes de la Sección
Femenina disfrazados de un falso feminismo, he descubierto que en verdad tengo
nostalgia de Nueva York que fue para mí una especie de tierra prometida. Se
asustan de lo estridente pero Nueva York es un sitio estridente como que fue
fundada por ex presidiarios y por mozos de cuerda que venían huyendo de la
quema de Europa. Volví moviendo la cabeza como Paco Martínez Soria “la ciudad
no es para mí” y ahora, al cabo de casi treinta años, silbo por las aceras con
Frank Sinatra: “New York. New York”
La calle allá
habla un lenguaje directo, duro y coprológico y en la sartén de la conversación
hierven los tacos pero no por soltar algún que otro “caspita” neoyorquino un
escritor no es mejor ni peor. El mundo es ansí, ya lo decía Baroja y no como
los inquisidores y los zenones de oficio sin beneficio quisieran que fuera. La
ternura late en el meollo. Por fuera NY es una ciudad ácida y llena de pinchos.
Por dentro dulce almíbar. Profundamente humana. Sofisticada y paleta a la vez.
Todo el mundo diciendo fuck, dollar, shit
y wuau. Capital de lo in y lo out. Pero allí nunca pasa nada y ocurre todo.
Es la capital del mundo.
Un melting pot
que indica el modelo del futuro en el que hay que aprender a vivir y a convivir
razas y religiones. Fue toda una universidad la estancia de cuatro años
corridos allí. Por lo menos aprendí sabiduría de calle (Street wisdom) ahora un
quidam va y me dicen que hay que vigilarme, que me meten en un manicomio y me
den jarabe de palo. Ejerzo desde aquí mi derecho de réplica, desde estas
hospitalarias páginas donde hay un director que es de nuestra escuela, la vieja
escuela del gran Emilio Romero, que nunca te tiraba un artículo, ni se asustaba
por nada, sindicalista polémico que venía desde el Falangismo de la libertad Y
DE LA PROFESIONALIDAD. Déjalos que se desahoguen. ¿No somos libres como ellos
cacarean con tanta prosapia a bomba y platillos desde sus antenas de propaganda?
Pues eso, somos libres, o eso espero.
Habiendo
padecido el acoso de una de esas prójimas que me mandaron al mar de hielo y al
regato como aquel que dice por esos convencionalismos de ciertas féminas
pacatas (en la era Aznar ocurrieron muchas cosas raras y me siento mucho más a
gusto en la España de ZP, pero vuelven a soplar vientos de intolerancia y de
caza de brujas) usted sobra, váyase a su casa, y hasta una fulana en un pedido
me envió a la Hemeroteca una cuerda para que me suicidada (rechacé el
ofrecimiento pues un judío no se suicida jamás pero en vez de balas le devolví
la pelota con un ramo de rosas por Interflora), me creo en el deber moral de
defenderme con un canto a la palabra, con un “I love New York, New York, amo la
libertad”, que me sale del alma. Un aviso a navegantes. Porque aquí la
derechota, más papistas que el papa, se sienten tan pronorteamericanos que
parecen haber aterrizado en estos predios desde un barrio de Miami donde se
practica un anticastrismo de pistola y de cloaca. Vuelven los vigilantes de la
playa, los policías del pensamiento, los comisarios de la Verdad, su Verdad. Y
es tanta la aversión que nos tienen estos demócratas de barniz que aquí puede prepararse hasta un
magnicidio como hicieron con Carrero Blanco u ocurrir otra hecatombe como el de
las idus de marzo.
Eso no es
América oiga, sino una deformación barata de ese gran país. Y yo soy una rata
neoyorquina. ¿Epater le bourgoise?
Pues sí. Creen vivir en un mundo feliz pero déjense de hacer palotes y de pintar
angelotes, incluso bilingües y trilingues siempre serán tontos como le dijeron
una vez a don Salvador de Madariaga, “tontos en nueve idiomas”. Que lean a
Huxley un gran escritor británico algo profeta que trató de demostrar a sus
contemporáneos el callejón sin salida al que su incontrastado optimismo les había
llevado los políticos en entreguerras con su lenguajes prebélico. Luego Bush, Reagan,
la Thatcher y Blair volvieron a la carga. Con sus martingalas de armas de
destrucción masiva, etc.
Yo amo a New
York y en este amor va incluido el recuerdo tierno de aquellos vecinos que
cocinaban una tarta para ti cuando veían aparecer el capitoné de las mudanzas
por el barrio y tú estrenabas nuevo hogar o que te entregaban las llaves de su
“carro” si a ti se te había roto el tuyo. Gente sufrida, trabajadora, magnánima,
cordial, ordinary people, gente corriente de un país en el que nacieron dos de
mis hijos y en el que todo es grande: las nevadas, las tormentas, los ríos, las
montañas. En Chicago se podía cortar el aire una tarde de calma chica a 47
grados a la sombra y en Staten Island con una ola de viento polar estuvimos a
32 bajo cero. Un país, en definitiva, en el que nacieron dos de mis hijos. Un
país cuya lengua y literatura creo conocer bien como anglista pero en el que no
me gustaría vivir a no ser que a la fuerza me exilien. Sigo siendo una rata
neoyorquina trasterrada a Madrid. New York. Nre York.
No trato de
escandalizar pero asumo que veces
redacto no para unos lectores sino para poner orden y claridad a mis propias
ideas. El que quiera que no me lea (este es, supongo, un mundo libre) pero que
no me insulte. Por favor, señora funcionaria, manos blancas no ofenden pero hay
que reconocer que usted tiene unas zarpas brutales de felino. Quiso clavarme
sus sucias garras pero va jodida. Llevo dándole
a la tecla desde hace más de 45 años corridos. Me han salido y se me han caído
los dientes en este oficio. Gozo de una cierta vitola profesional. El hecho de
que sea yo un periodista incomodo o que le escandalice a Vd. que vive en una
nube y en el dulce encanto de la burguesía no significa que mis prosas que
(escribo a sobaquillo de refez, sabe lo que es refez, pues si no, mírelo en el
diccionario, y a veces con mala leche) sean tan malas. Que a Vd. no le gusten
ese es otro cantar pero no me acuse de acoso que yo no la conozco de nada. Por
culpa de prójimas como usted y gente muy engallada de la Cuerpa he tenido yo
muchísimas contradicciones y persecuciones. Quisieron acabar conmigo. A vuesa merced le
encantan los mansos, por lo visto, pero yo soy un mihura.
Bendito sea
Dios que no todas las mujeres son así ni padecen homofobia. Respete mi libertad
como yo respeto la suya. New York. New York. I love New York.
Y voy con el otro. Debe él ser un gudy y yo un bady y
para colmo me cuelga el sambenito de que soy anti-norteamericano. Si esos no
son coacciones (encima me llama provocador) y amenazas que baje Dios y lo vea.
Me quieren llevar – otra vez- al gulag y por ahí andan hablando tíos de meterme
un tiro por picajoso. El presidente Bush me parece respetable pero caudillista
en su gestión política y que habla un lenguaje muy “peligroso”. Mucho más
peligroso que yo, que no tengo ni pistola ni lanzallamas, ni carros ni aviones
supersónicos. Sólo mi pluma y una triste navajilla para cortar el pan. Usted sí
que es un peligro en el foro si sigue profiriendo amenazas bajo pseudónimo..
Cualquier
madrugada pueden llamar a la puerta y no va a ser precisamente el lechero. El
tal Judex puede ser un golpista disfrazado de cristiano de base o de
cursillista de cristiandad y sus malos modos no me gustan como tampoco sus malos pelos si es que le
queda alguno. Sus gestos y sus palabras de topo del Circus o la Gestapo. Habla una jerga antigua como
Humphrey Bogart.
Y me asaltan
estos pensamientos cuando vuelvo a releer una de las grandes novelas del siglo
XX: “El Lamento de Portnoy” de Philip
Roth un profesor de origen judío, aun a riesgo de perder un poco las formas.
Sansirolés, cursis, doctrinos y viejos cursillistas de cristiandad abstenerse.
El cristianismo, la literatura, el periodismo son otra cosa. Y al hilo de la
glosa de este gran libro he hilvanado un ensayo para mis memorias de la Big
Apple. El empiece no puede ser más tremendo porque Roth lo que intenta es
romper los tabúes victorianos que tanto daño han hecho a la lengua inglesa y
que regresan como vuelven siempre las cazas de brujas y los inquisidores. “Cuando
el cuervo vuela bajo hace un frío del
carajo”. “Tu pene enhiesto y se acabó tu
sabiduría” o “cuando las ganas de joder aprietan ni a los muertos se respeta”.
Todos estos son refranes yiddish. He encontrado durante los largos años de mis aficiones
paremiológicas un sorprendente paralelismo entre las consejas en español y las
judías. Eso por una parte. Por otra, el
refranero castellano se parece mucho al ruso.
En efecto, el
aforismo del ghetto “ Wan der putz stehet
light der Sechel im pre=(con el miembro en erección la lógica está de más”).
Esto es: que somos barro y que el ser humano a través de su animalidad rinde
tributo a los instintos. Yo lo
escuché en un cafetín del Lower Manhattan (me gustaban los tupís judíos y había
uno Staten Island donde yo asistí en los setenta a la llegada de miles y miles
de judíos exilados de la Urss, y a la de
las excavadoras de las inmobiliarias, misterios del mundo, y desparecieron más
tardes los cilancos y las grandes charcas, el canto de los patos salvajes
sustituido por el ronroneo del tráfico). A NY le entró la “cupiditas aedificandi” (el morbo del ladrillo) de los romanos.
Levantad casas malditos. Construid una nueva torre de babel. Roth se erigía en
heraldo de un mundo por llegar. Se adelantó a su tiempo. Por eso está
considerado como un autor maldito que ha padecido en su carne el flagelo de la
caza de brujas
El mundo se acelera de una forma imparable. Me
invitaron varios veces al templo esto es a la sinagoga pero a mí me daba corte
colocarme la yamulka en el occipucio que me sentaba que ni pintiparada y
verdaderamente tengo cara, la nariz sobre todo, de judío pero no hacían más que
hacerme preguntas y había un paisano que se parecía mucho a mi abuelo Benjamín
al que colgaban los flecos de las filacterias (los sefarditas se colocan para
orar en los cuadriles una especie de faja) que eran exacta a la largo ceñidor
con la que el abuelo Benjamín, un auténtico padre para mí, se “atacaba” para no
agarrar frío a los riñones.
Se llamaba Samuel y un día me enseñó emocionado la
llave de la casa de un pueblo de la provincia de Segovia: Coca. Sus ancestros
debieron de ser, pobres, los protagonistas de aquel triste éxodo hacia Berbería
que cuenta El Cura de los Palacios en
uno de sus almanaques, la llave guardaban y algún día regresarían tal vez al
hogar del que fueron despojados. Me quedé de una pieza y no regresé al Templo
en bastante tiempo pero con motivo de la muerte del generalísimo fue invitado
allí a un kadish o responso. Corría diciembre del 75.
¿Franco era judío? Esa era al menos la tesis de un
libro que yo tengo inédito Franco y
Sefarad un amor secreto. La puesta infurió a tirios y a troyanos. Yo no sé
si era o no de origen sefardí el anterior jefe del Estado. Pero hecho
ineluctable era que el apellido Franco lo es. Como lo era Cisneros. Fray
Francisco heredó el toponímico de un pueblo palentino. Tiene la cosa tres pares
de perendengues. Resulta que la herencia que desparramaron los godos
entreguistas y corruptos la trataron de recomponer los dos franciscos fautores
de la unidad española.
Los Franco me
caen bien. Pero más Ramón el aviador republicano – su mirada llevaban la llama
del fuego sagrado- o don Nicolás buen diplomático algo putero y gran vividor lo
mismo que doña Pilar que era una cachonda mental. Más que el Dictador al que
otro compañero de armas, el inefable Queipo, le llamaba la “culona”. Siempre lo
tuve a Francisco Franco en un pedestal y un soldado valiente (innegable) pero
mis colaciones últimas sobre la guerra civil dan a entender que en el escalafón
había generales mucho más brillantes que él; como Rojo y Casado que hablaban
varios idiomas incluso el árabe y Franco nunca llegó a dominar ni el inglés. Todos
estos postulados revisionistas, con todo, nunca me apartarán del amor que
profeso hacia Pachín y hacia su familia.
Pero yo en su
capote no me hubiera alzado, mediante apoyos y contubernios económicos de don
Juan March, el banquero de Mallorca, contra el gobierno legítimo, provocando
una tragedia fratricida cuya culpa y estertores aun arrastramos. Asimismo, hizo
una guerra “a la africana” con mucha infantería y derroche de hombres. Sus
otros compañeros de armas, que conocían bien a “Franquito” y lo despreciaban teniéndolo
por un don nadie en el escalafón, respondieron con la misma moneda. Tal cual, el
general Rojo, que era un formidable estratega. Eso prolongó la tragedia.
¿Pudiera haberse evitado? No sé. Que la historia lo juzgue pero es irrefragable
que Franco amaba a su patria, a lo mejor equivocadamente, tal vez demasiado. Y
que le echó cojones. Uno cojones equivocados seguramente.
Luego en
política le dieron resultado sus juegos camaleónicos. Un buen táctico, se
pegaba al territorio, arrastrándose bajo las alambradas y guardando un bajo
perfil. No nos engañemos. Ganó y su victoria, para bien o para mal, fundó la
España moderna y nos legó un estado “social”, el de Girón, ese que hoy
disfrutamos y padecemos y que muchos montados en el dólar y que piensan que
esto es Hollywood, la cara más impresentable del capitalismo más bronco olvidan.
Buena gana de lanzar coces contra el aguijón. Sin embargo, convendría entender
a Zapatero: los otros generales merecen una vitrina y su nombre glorioso en los
anales. Y un lugar al sol en el Museo del Ejército. Si la memoria histórica se
conduce por los cauces correspondientes, y no se convierte en trampolín de
odios y de vesanias, esta reivindicación puede ser bálsamo a los costurones desgarrados
del alma de España.
Imitemos a los
norteamericanos en eso que también tuvieron una guerra civil. Y en Nueva York
se rinde honores al sureño Lee que era de los “malos”. El gran derrotado en la
película “Lo que el viento se llevó”.
Franco no se enriqueció
a costa del erario público y llevó vida modesta y familiar, austera, amante de
los libros y del campo, y en sus gustos y discreción se reveló como un pequeño
burgués judío. Le gustaba Stefan Zweig y Lajos Zilahy. Disquisiciones aparte, lo que no cabe duda en esta
hora en que todo el mundo le calumnia y le insulta, el hecho es su innegable
amor a la patria, su austeridad, su distanciamiento de la pasión española y eso
que amaba a España con todo su corazón y hay algo mesiánico y misterioso en
toda su vida y obra. Y he llegado a la conclusión de que los judíos a los que
salvó a miles de las garras del tirano a través de sus embajadores en Atenas.
Bucarest, Budapest, Sanz Bricio, [lean un libro descatalogado del gran
periodista de “Arriba” Eugenio Suárez. “Corresponsal en Budapest”] le sustentaron
en el poder con maniobras ocultas dirigidas desde Wall Street.
Todo eso es impepìnable guste o disguste. Por eso me
insubordinan las mentiras propaladas por un menda en una televisión la otra noche que decía que el general Franco con una mano mojaba los
churros en el café y con otra firmaba las sentencias de muerte. Wrong. La
condena a muerte de Grimau le costó dos noches sin pegar ojo. Ese tal Herrera
especialista en prensa de la entrepierna dicen que es poeta (¡caspita y pardiez
rediez como deben de ser sus versos!) y uno de los más eximios practicantes de
lameculismo catatónico-tontonico y de coyundas y de líos de la jet que
interesarán sólo a su padre pues yo tenía un capitán que odiaba la pornografía
y cuando veía a un guripa con una revista pornográfica entre las manos se la hacía
pedazos: “El sexo en directo y en privado, chaval, te van a doler los cojones de
tanto mirar esas porquerías”.
Bueno, pues valga esta larga digresión para meternos a
analizar una de las grandes novelas del siglo XX “El lamento de Portnoy” de Phillip Roth
un profesor de Columbia hijo de supervivientes del Holocausto. El eje de
marcha o argumento de esta novela sin argumento hilvanada a base de calas psicoanalíticas
en las que se acomete algo tan moderno como es el rechazo a la figura del
padre, la vida paranoica inmersos en el ruido de Manhattan, la gran manzana, la
pina cucaña donde solo los mas ardidos trepan al mayo encerado y resbaladizo y
los demás quedan tirados, el onanismo, el mironismo, el fetichismo, los complejos
de Edipo, los negros, las calles de la urbe huelen a negro, el racismo, los prejuicios religiosos o
étnicos, la equiparación de Eros con Tanatos. Un mordisco a la gran camuesa.
El libro está
contaminado de Nueva York la ciudad automática de Camba trufado de metáforas eléctricas.
Las frases son como latigazos de buena literatura pero así es como habla la
gente en Nueva York. Las descargas estáticas están por toda la urbe, cuando
tocas un picaporte o pisas una alfombra. Allí la eutrapelia a lo Azorín y a lo
Miró estaría mal vista. Un año en la ciudad y se te quita la gazmoñería. Se lo
recomiendo a esos cursis que hablan de análisis de textos y de pretextos y
escriben como si fueran cursillistas de cristiandad. Oiga, váyase usted una
temporadita a NY y déjese de foros y de
practicar el autobombo y no nos venga a hablar usted de sus libros que son
todos muy malos, que aunque tienen premio quizás también tengan bicho, un bicho
golpista, claro es. Lea a Philip Roth creador de mundos y de personajes como
“Bubbles” la Burbujitas, la putita, que no es otra a mi parecer que la gran
meretriz onírica del Apocalipsis. Recíclese, póngase las pilas.
La literatura y
el periodismo son algo más que un ejercicio de redacción o una excusa para que
a uno le llamen guapo y le lancen, los muy capullos, mensajes de amor o de odio
por el foro. ¡Cuan bien escribe este
chico/chica! Tú llegarás… a dar con la cabeza en un pesebre. No han vivido en
Nueva York, la ciudad metáfora, no han ido al reencuentro con la metanoia y la
paranoia. A mí Nueva York, la ciudad santa y maldita, mitad nueva Jerusalén y
mitad Babilonia, me cambió la vida. Sé lo que escuece que te llamaren perro
judío, que te marginen, que te pongan, por decir la verdad, contra la pared. ¡Oh,
I love New York!
Y este es el
New York que surge en el “Lamento de Portnoyª libro clave (está editado por Bruguera en
castellano), que hablando de marginales,
de negros que huelen mal, y taxistas polacos con cara de buey y apellidos
impronunciables y pistonudos, como Brzezinsky, Wojtyla y Auschwitz, donde abundan
las x, las w, las z y las y, son el rostro impresentable de un catolicismo
fanático y caballuno.
Yes. I love New
York, pues si sobrevives allá puede decirse que amas y entiendes el mundo. Te
reconcilias con él. La novela ya no es la misma desde que Henry Miller y el
propio Roth asomaron la gaita en este oficio. Y escribieron “Trópico de Cáncer”
y “El Lamento de Portnoy”. Ambos escogieron el pretexto del sexo para hacer
balance. Y con tales autores se comprende lo que anunciaba Jeremías sobre el
destino final. New York. New York. I love NY. Oh yea
Los jadeos del
orgasmo se parecen a los de la agonía. El protagonista no da paz a la mano y
siempre haciéndose pajas. Debajo de la gabardina, utilizando un calcetín y a
veces la pulpa de una manzana donde apunta sus dianas (las manzanas tienen
cuerpo de mujer, no puede estar más lograda esa imagen), un guante de béisbol. Se pasa horas en el water. ¿Qué hace ahí
tantas horas este chico?, pregunta la mama. Nada, un poquito de diarrea. Y
estaba meneándosela, no podía parar. Sus profanaciones poliúricas llegaban
hasta la bombilla o estallaban sobre las bragas o el suso de las hermanas y
otras prendas femeninas que habían sido puestas a lavar. Quería embadurnar el
mundo de líquido seminal. Era incontenible y un obseso sexual. Tenía fijación
con el pussy (órgano de reproducción
de la mujer y lo que en bable llaman “el ratu” y en castellano de mil y la
bimba de maneras). Pero el protagonista no es más que un alma cándida
empecinado en ese cherchez la femme o
búsqueda del eterno femenino que nos hizo perder tanto tiempo y por el que se
comenten tantos disparates: Roth nos muestra que las palabras no son sucias ni
limpias per se: la suciedad y el morbo están en la boca del que las pronuncia o
en la oreja que las escucha. ¿A qué, por tanto, tanto rasgamiento de
vestiduras?
Un adolescente, velay, que nos recuerda al adolescente
que nosotros fuimos. Atormentado por la culpa, el miedo al infierno, la rebeldía, etc. Pero a
través de estas, a manipulaciones masturbatorias se puede hacer crítica social
y reflejar el estado de cosas de un universo que se fue y en el que nada
cambiará porque en la naturaleza todo sigue igual. Soflamas de un judío llenas
de ironía y de piedad para la humanidad.
Yo creo que se
trata de un libro místico. Impregnado de ternura y de crudo humor judío en el
que no se deja títere con cabeza. Los cromos y los clavos de Cristo. Esa
sonrisa meliflua de algunas imágenes religiosas de tan mal gusto. La mula y el
buey y el pesebre y sonando en toda la barriada el disco rayado “Noche de paz”
como si fuera el himno nacional. Y en el
show de Jimmy Carson altas horas de madrugada escuché yo unas navidades un chiste de un chouman que
anunciaba: Este año no va haber Navidad, troncos, ¿Por qué? La Virgen toma la
píldora. Jajaja. Un poco fuerte y crudo la verdad pero hay que recordar que los
cristianos no somos fanáticos islamistas, ni empuñamos la cimitarra cuando
escuchamos mofas semejantes que en realidad sirven para rebajar un poco la
tensión. A través de esta novela he
vuelto a revivir mis vivencias neoyorquinas.
La Nochebuena solía
coincidir con la Janucha y allí teníamos al vecino italiano que montaba un gran
pesebre en la antojana con un misterio muy relamido y el Niño Jesús sonriendo
entre las bombillas a veinte bajo cero, y al de más allá (protestante) un árbol
de Noel mientras los altavoces colocados en el balcón emitían a toda mecha los
sonidos de O Tannen Baum en alemán.
Los judíos para no quedarse atrás ensamblaban casi con las dimensiones de un
andamio el candelabro de los siete brazos. Este absurdo me hizo recapacitar de
lo paradójico de nuestras disputas. Y de que ellos, los promotores de la
modernidad en el mundo actual y que han sufrido persecuciones por contar la verdad,
aunque hay algunos que los encontré fanáticos y muy cabezones, llevan la razón
en este absurdo de las creencias y de los mitos y que los cristianos hemos
hecho una caricatura de nuestra fe contaminada de aditamentos paganos. Y la
llevan más que un santo y gran parte de
ellos eran santos, pero santos laicos, no santurrones ni capullos.
Comprendí – me ha costado años de cavilaciones- la
tragedia del Holocausto como apéndice o corolario de la Crucifixión. Son dos
acontecimientos históricos que se complementan, no se excluyen por más que
algunos traten de verlo así. Dos hechos que han redimido al ser humano con
sangre y dolor, el uno en el plano soteriológico y espiritual y el otro en su
parte material porque el Holocausto ha
acelerado la Historia que ha entrado en un carril vertiginoso con la era de las
comunicaciones. También entiendo a Agustín cuando desde su invitación a leer y
meditar (tolle et lege) llamaba a los
judíos nuestros hermanos mayores. Que van por delante en la Historia. Por más
que dicho camino esté lleno de abrojos, plagado de contradicciones. Y también entiendo al presidente ZP reatando
cabos y tratando de meterme en los ojos
del otro.
Se consuma el mensaje salvífico de Jesús: “Estaré con
vosotros hasta la consumación de los siglos”. Pero la Iglesia institución ha
cometido muchos pecados (el poder corrompe y el poder absoluto corrompe más que
ningún otro). Por desgracia no ha sido madre sino madrastra para algunos de
nosotros. Antes de ayer la Schlichting sin ir más lejos hacía una entrevista
con su voz sexy a uno que decía que Cristo nunca existió. ¡Pero coño! Piedra de
escándalo para mi y mis convicciones. Aún más escándalo es que esta trola se
propalara desde los micrófonos de la COPE. ¡Vaya con los curas! Por lo que
parecen siguen estando al santo y a la limosna. En misa y repicando. ¡Qué lío,
Dios mío!
Pero yo seguiré aferrado a mi canon muzárabe y a mis
salmos en latín. Abrazado al rito ortodoxo más esencial y antiguo que el
romano. Se lo debo a mis hermanos rusos Creyendo y amando a los judíos de la
misma forma que espero que ellos me perdonen, aunque no puedan amarme, a mí,
pecador.
La mayor parte
de mis vecinos y amigos en Nueva York una ciudad dura practicaban la religión
mosaica. Muchos me abrieron las puertas de su casa. Otros me seguían
considerando como un goy (pagano). Pero en aquella época todo se impregnaba de
amor y de humor judío. Los grandes guionistas
de Hollywood eran de este origen y los actores: Jack Lemmon, los Hermanos Marx,
George Burns, Peter Ustinov, Polansky Samuel Bronston- todo aquel gran cine que
vimos en nuestra infancia que nos hizo reír, llorar, enamorarnos y sufrir- y
hasta Charlot. Charlie Chaplin tuvo que abandonar California a causa de la “caza
de brujas” del presidente MacCarthy. Lo cierto es que la literatura americana,
el cine, las artes, se hubiera quedado en nada sin la contribución de estos
autores: Herzog, Salinger otro obseso sexual que psicoanaliza a otro adolescente
en “El guardián sobre el centeno”,
John Updike, Arthur Miller y Marylin, Norman Mailer etc. A este último nunca le
pude sufrir porque me parece algo libelista en sus planteamientos contra
Europa.
Ellos fueron
los diseñadores de esa América que yo amé, la de Kennedy, la de la alianza para
el Progreso (yo no soy antinorteamericano ni antisemita ni antinada por Dios,
que yo soy de Segovia, y mi equipo la Gimnástica desde que era rapaz).
América en
estos años tenía una faz atrayente – las sentadas contra la guerra, los
discursos de Martín Lutero King “I had a
dream”- que se ha venido al traste con esa derechización ideológica
impuesta por Bush y sus aláteres. América se ha vuelto gazmoña, prudish, políticamente correcta y
gazmoña. Este victorianismo del nuevo doble lenguaje me saca de quicio; no se
puede pronunciar la palabra cunt, prick,
shit, sempiternas en el lenguaje coprológico de las tribus urbanas porque
te echan del chat o te motejan de machista. Nada de machista. Simples facts of life. Una América que es
consciente de que se ha metido en un jardín en el Irak, una guerra que no
podrán ganar porque el sofisticado ejército yanqui carece de una básica y leal infantería
y tiene que echar mano de los británicos. O de la catapulta. Eso sería el apaga y vámonos.
Los ingleses sí
que tienen una buena infantería. A veces hasta brutal. O de los hebreos que también
la tienen (la mejor del mundo) y así y todo Olmert está pasando por dificultades
en el Kenesset donde se cuestiona el fracaso de la última guerra del Líbano.
Pero mejor incluso que sus infantes es la inteligencia de los israelíes y el
humor de sus escritores y cineastas. Ellos han proyectado la noción de un
Daniel en el pozo de los leones. Israel siempre en mis labios que nunca se vaya
esta palabra de mi boca. Y así nos hemos sentido algunos, como el bravo Daniel
en la leonera, cercados por la calumnia, la frivolidad, las soflamas de los
mediocres que no podrán entender ni a América ni a Israel. Reconozco sin
embargo que no es fácil y a veces cuesta pero el mundo ira adelante.
En el Lamento
de Portnoy, una cura inteligente contra el antisemitismo de nuestros días y el
pesimismo que nos invade, también lo pone. Cuando yo aterricé en Manhattan el
30 de noviembre de 1976 un casero ruso de origen judío me buscó apartamento.
Cuando abandoné la ciudad un 25 de abril de 1980 al pasar por Brooklyn escuché
el canto de las plegarias sabatinas a un rabí en una yashiva o seminario que
alza su mole junto a las pilastras del puente. Ambos detalles fueron en mi vida
todo un signo misterioso. Somos carne de dolor. I love New York. Lo cantaba Frank
Sinatra el cabaretista neoyorquino italojudio símbolo de estos tiempos. Un
judío en el Eliseo. Zarkozy le juif.
No ocurría desde Mendes Frances. Zarkozy, derecha maquillada, Ersatz, sucedánea,
derecha enmascarada porque aquí nada es lo que parece, viene del Nombre de la
Rosa. La Rosa. Siempre la Rosa Recoge el guante en un momento difícil. Francia
es un polvorín.
Veremos a ver
qué pasa pero aquí son muchos los que insidiosamente quieren sacar tajada e
interpretar su elección como una amenaza para un ZP acorralado por la
derechota. Aquí un gobierno de la derecha podría armarla y tendrían que enviar
los USA a la 82 división aerotransportada con sus marines. Zapatero resiste.
Está muy cargado el ambiente. Nos sobran odio e ignorancia y nos faltan
tolerancia e información. España y Francia son países distintos y distantes
aunque estén puerta por puerta. Veremos a ver que pasa pero aquí no pasa ná….
Mientras tanto, E la nave va. Yo
canto por las aceras de Madrid el himno a la Gran Manzana de Frank : “ I love New
York”. Ella me hizo escritor y periodista. Y concebir el mundo de otra forma.
Tengan calma. Haya paz y lean esa obra maravillosa que es el Lamento de Portnoy. Se lo recomiendo
junto con los artículos de Elvira Lindo.
Miércoles, 09 de mayo de 2007
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